MI
AMIGA LUNA [31]
Sabes
de todas mis noches
de
la llorona bruja en su escoba,
de
apacibles días, planos días,
susurros
de canteras
donde
la vida marcha en una oscura cueva
y
el dolor del que se queda
es
una llama que derrite la carne
pareciendo
encendida vela.
Vieja
luna, soy una llorona en las noches
bruja
que gime si al parecer ríe…
Asusta
el ruido, me aterran las miradas,
la
oscuridad tiene un vicio de manos sucias
y
el depredador se oculta bajo mi cama.
¿Por
qué pareciera que las palmeras me escuchan?
Es
testigo el silencio sobre labios apretados,
son
testigo las luciérnagas, el búho, la soledad.
Y
acaso, ¿queda una estrella para mí,
dentro
de tu plácido aposento?
Te
sostiene una extraña mano,
¿¡tan
gigante y no te caes!?,
más
yo, ¡qué frágil parezco!…
Soy
pluma de gorrión que desaparece
y
viaja como una niña sobre las olas,
con
los nubarrones oscuros de tus noches,
para
desvanecerse mi vida en una cárcel.
Y
así, calladas las dos
tan
cómplices y amigas;
sabemos
que habrá un reencuentro cualquier día
seré
espiga dorada en otros lares
o
brizna que sacude la hoguera
y
se confunde con los rayos de tu rostro,
bajo
una lápida fría y lejana,
o
sobre la estrella de colores tan ansiada,
que
alguien pintó para mí
sobre
un altar de sueños.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 18/13.