miércoles, 19 de junio de 2013

EN VUELO (50)


EN VUELO (50)

Extiendo mis alas, voy a dormir.
Será morir un poco, para revivir mañana,
ansiando de amarillos se vista mi ventana
y un ruiseñor de voces cálidas,
asome como un hidalgo de capa sin espada,
para besar a su dama.

Agradezco a Dios por mi día...
No hay oscuridad donde la luz se empeña.

Si hay  verdad, habita Dios,
y  veneno esconde el cascabel;
más no seré yo, lo sabe Él,
quien penetra,
hasta el más recóndito nicho del alma.

Cerraré los ojos a mi hoy,
otro día llegará con luces nuevas.

Cerraré los oídos y los labios tal vez,
o dejo que me guíe la claridad de las palabras.

Vago como una gaviota de alas abiertas,
¿escuchas el cántico del mar 
quebrándose en la playa?

Un alboroto en la noche 
forman los amantes,
cuando las olas enamoradas,
en su piel descansan.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13



SOBRE LA MESA (51)

SOBRE LA MESA [51]

Un nuevo día de ojos abiertos;
lo soñé ayer, que de brillos mi ventana
se llenaba y se colmaba.

El Mago se convirtió en árbol
y entre suspiros de hojas me hablaba.

¡Lo sabía! ¡Ahí estabas!...
No había penumbra ni sonrisas vagas.

De las rosas pálidas, sus leves espinas,
y una oración, si ayer, malas palabras.

Abrí los ojos y eras el  aura…
Una luciérnaga calló su brillo
para dormir bajo cualquier rama
arrullando de amores a sus niños.

Y sobre la mesa un cristal nuevo,
se cambió el agua por una más clara.

¡Qué alivio saberte en el cielo!
¡Mi divino rostro!, ¡mi pálido niño!

Arropado entre mágicas luces
se tornó violeta el sueño más leve.

Agigantado en imponentes nubes,
el brillo del sol buscó las montañas
cual  amante que nace de nuevo.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13 

VIOLÍN (52)

VIOLÍN [52]

El sonido del violín parece una bruja llorona.
Escondido en el jardín oscuro de sus alboradas;
una daga hiere sus cuerdas vocales,
para que de su alma brote una lágrima.

Quedan los escombros de un ayer,
una almohada llena con sus penas.

¿Dónde está su fuerza y poder?
¿Entre su esponjada falda de madera,
que en vez de varón parece una hembra?

Mi flor violeta me acompaña hoy,
me dijo al oído: Si te hieren, no calles.

Tienes el son de la brisa,
el canto de los morichales
para que de tu interior broten sones
que hagan palidecer los mares.

Y el violín decidió llorar.
Del rocío un ramo de flores.

Detrás de mí un ángel me sigue
y ahuyenta todos los males.

¡Ya no llores niño!...
Un árbol ha muerto por tus cantares,
se talló tu cuerpo de mujer en madera,
y sus lágrimas brotan como manantiales.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 18/13


QUISIERA (53)


QUISIERA [53]

Ser parte de algo. Quisiera…
Tal vez una gota de rocío,
salobres perlas vagabundas
corriendo por tu rostro
para morir como pequeño río
entre tu boca y la mía.

La brisa que viene del Magdalena
conjuga la sal de la vida
para dar sentido al incierto camino,
viendo pasar mariposas pequeñas
adornadas de trajes muy vivos.

Si por alguna razón, el tiempo,
que es tan veloz, casi un ermitaño
partiendo en dos el cielo por su presa,
en tus brazos me hallara prisionera
y con tus besos dormida.

Si entre tu piel hallara la mía,
siendo tu traje de invierno,
arropados con la misma manta de colores,
permitiendo correr las prisas del día,
abonando  una caricia a los dolores…

Tal vez si fuera el sudor de tu carne
que como gotas lloronas corrompen,
bajando desde tu frente cual gacelas correlonas
para adornarse de cortesanas luego
en la oscuridad de tu vientre.

¿Quién puede comprender al destino?
Se abriga con la piel que no amo
y te deja para las praderas desiertas
donde el amor embriaga sin vino,
y de mi cariño te sientes ufano.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13 




ESPERAR (54)

ESPERAR [54]

Espero de la lluvia de tus ojos
para refrescar los calores de la vida.

Tus dagas han matado la inocencia
quedando mi piel desvestida.

¡Pero no te afanes!... todo pasa,
todo viene con la brisa y con ella marcha.

Un gorrión herido se calcina bajo el sol,
una cigarra muere al entregar su amor.

He de silenciar ante tu duelo,
¡no se vale!, siempre llevarás las de ganar,
para que las del camino acierten y te sigan,
en tu pecaminoso andar.

Ahí están tus pichones…
¿A quién pretendes entregar?
Tienen una madre que los ama
para que con cualquiera los vayas a dejar.

Una sonrisa nueva en mi rostro,
el brillo de mis amigos aquí está.

Me arropo de mis vanas fantasías;
es lo que el tiempo me da.

Y que te sigan los tontos,
que se arropen con tu vanidad.

¡Qué lindas las flores de mi ventana!
¡Cómo danza de hermoso la gaviota al pasar!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13