domingo, 27 de agosto de 2017

ESCUCHA (12)

ESCUCHA (12)

Escucha, escucha ese rumor de brisa,
ese verso de pájaro, esa hoja que cae...

Escucha como bailan las flores
y el silbido se renueva al cambio de las estaciones,
pero admira de qué manera el sol se empeña
entre las flores más pequeñas,
y su aroma llena el mundo de oraciones...

Escucha... Dios nos habla a través de la naturaleza
y lo buscamos donde nos sacan el dinero.
¿Qué necesita un Rey de nosotros?

¡Tontos engreídos!, Él no necesita nada,
porque es el dueño de todo lo que existe,
hasta de lo que no podemos tocar.

Escucha, ahora me besa dulcemente…
Una brisa helada me acaricia, una cítara canta,
un río corre por mis venas y otro se enfría a mi lado...

Escucha... escucha... ¡ese rumor de manantial!,
ese cálido beso que parece trinar
y en su destello ilumina el tímido paso del cervatillo,
luego eleva al águila sobre la cuesta...

Escucha... ¿ese tambor es tu corazón junto al mío?
¿Este calor de improviso es tu boca en la mía?
¿Esta sonrisa quién la colocó en mi rostro?
¿Estas ganas de vivir quién me las regaló?

Escucha... escucha...
Esas campanas suenan a funeral...
¡Son hermosas! ¡Qué sonido tan puro!
¡Qué mágico bosque espera!

¡Todo, todo son verdes,
todo son aguas claras
que bajan por la cuesta!

Escucha... escucha...

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, 27 08 17

ESOS DÍAS (13)

Mañana será un día muy triste,
volverá la cigarra al árbol
¡después de tanta tierra y silencio!,
llorará hasta reventar la madre, y con ella,
todos quienes te amamos,
seremos pequeñas luciérnagas
rogando a Dios otro minuto para brillar.

ESOS DÍAS (13)

Esos maravillosos segundos
en que las sombras nos juntaron
y pude ver tu estrella dibujada
como  azul joya robada del mar,
y el viento sibilante nos contaba sus afanes
entre las ramas frescas que la lluvia besaba.

Caminando y dejando huellas que se borraban en la tierra,
tocando tu mano la mía con sabor a sal en la boca
y las melodías sonando entre los pastizales secos,
con esos atardeceres mágicos que envolvían todo
y llenaban nuestros silencios con sus colores
con las nubes que nos pintaban ovejas mansas
que seguían el camino del viento…,

esos maravillosos segundos compartidos,
¡todos se fueron!, más tornan  al recuerdo,
se amañan en la garganta que atora mi llanto,
y mañana, ¡oh amado!, mañana entre la tierra
se crecerán las cigarras para luego llorar como ahora,
al recordar tu paso raudo por nuestra casa
cual cometa que soltó una brisa fuerte
y te alejó de nuestro lado.

Esos segundos no volverán jamás, ¡ni siquiera este minuto!,
porque todo se esfuma entre los dedos,
y no iluminan los cirios en mis paredes con sabor a ti,
más tú sombra ronda mi valle sombrío,

ronda y canta su mejor canción
entre la gran herida de la roca
que se fundó en mi corazón.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, 27 08 17