martes, 16 de diciembre de 2014

¿EN DÓNDE?

De mi lorita. 

¿EN DÓNDE?
¿En dónde estás?, 
Y buscando a Dios me perdí de sus besos, 
Que se congelaron 

En el océano de la indiferencia...


Eres un son colado entre la lluvia
Repitiendo te quiero, te quiero
Cuando caes sobre las hojas
Multiplicándote en el aroma del bosque.

¿En dónde?, y suspiro de tu aliento
Te miro entre las flores,
Eres el aroma que bendice
La luz que irradia el día
La oscuridad que penetra la noche.

Casi que me pierdo de ti
¿En qué andaba?
Mundo loco me enredaba
Vanas cosas me absorbían.

Y arriba del árbol movías sus ramas
Debajo de la roca regalabas vida,
En el envés de una hoja me sorprendías
Trinidad divina, siendo oruga, cárcel y alegría.

¿En dónde estás?
Y todos rieron de mí
Pero tú me consolabas,
Adobabas con sal mi mar profundo
Y con tus manos, mis lágrimas secabas.

Estuve acorralada y abriste la puerta
Como un ave prisionera cantaba,
Como un condenado sin delito 
Preso entre barrotes, me aliviabas.

Cuando se pateó mi vida
Y caminé senderos pedregosos,
Ladré a la luna por un pedazo de torta
Y unas manos me tocaron,
Un rostro sonriente alivió mis penas
Un cálido amor abrió mi apetito por vivir.

¿En dónde estás que no te descubro?
Y corro, cuando sé que me sostienes
Una roca a propósito puesta has quitado
Una venda en mis ojos había colocado
Pero gotas de lluvia diluyeron viejas sombras.

Nadie te inventó
Eres tú la magia de la vida,
Imprimes color a las rosas
Y a mi mente llenas de fantasías.

Me di cuenta que estás donde te busco
Entre las hojas secas que se elevan en una danza,
Te mezclas en miles de formas ante mis silencios
Mueves mis manos, y colocas a mi boca una sonrisa
Un hálito nos abraza moviendo mi corazón aprisa
Entre las penumbras que corren veloces
Y me abrigan en tu casa.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 15/14

INQUIETUDES

INQUIETUDES

Anoche no podía dormir, una inquietud extraña, nos sucede a todos a veces, que presentimos algo que no sabemos qué es realmente, un miedo, soledad, tristeza, sensación de pérdida, como si la vida se esfumara, como si fuera una bocanada de humo ante nuestros ojos, así estaba anoche, sin poder dormir, de un momento a otro esa sensación, y entonces me levanté a tomar agua pero antes miré al cielo, es una costumbre, me encanta ver las estrellas, y me di cuenta también que estos días no había visto el cielo en las noches, había muchas estrellas, recordé que estaban completas, las mismas tres cabritas, las dos estrellas más luminosas y aquéllas que se esparcían como pequeñas ovejas alrededor de un pesebre imaginado en el cielo y que se hizo tan real, con ovejas de verdad y personas, que aún ahora creo que no lo soñé.
Apagué la luz y me di cuenta que entre más oscura la noche, más estrellas podía ver, y es así, no hay oscuridad realmente, el negro es un color maravilloso que nos permite ver un poco más allá a las luciérnagas que se pegan del cielo.
No me duele nada, no existe inquietud, se esfumó, se fue y no tengo un cigarro en mis manos, alguna vez fumaba, me estaba fumando la vida poco a poco, pero ahora la vida me fuma, me esparce, me disemina como una pequeña partícula entre la oscuridad más negra, para que pueda adivinar más estrellas ésta noche.
Un abrazo para todos mis amig@s que hoy se sienten en soledad, es necesario necesitar porque los abrazos son deliciosos... me gusta redundar, quiero besarme en tus besos, quiero aliviarme en tus alivios, quiero tocarme en tus tocados, quiero amarme en tus amores...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 15/14

MIEDOS 2

MIEDOS 2

Tengo miedo por los jóvenes, si antes no teníamos voz, ahora sus voces se apagan entre las llamas de la indiferencia...
Me asusta el poder, por eso renuncié a los pequeños poderes, dejé de pelear por un puesto sobresaliente si tenía que pasar por encima de otros...
Mi liderazgo lo asumo como buena madre, dando ejemplo a mis hijos, dentro de lo que vivir con normalidad parezca un bien para ellos, y me doy a la tarea de amar, sin importar cuántas veces resulte herida en el camino.
Tengo pavor por los muchachos de ahora, que no pueden ni siquiera doblar sus rodillas, porque se las doblan a sangre y fuego, es triste saber que se van nuestros muchachos, sin tan siquiera abrir la primavera de una mujer entre sus brazos.
Estoy tocada por un sentimiento de terror, si ayer los jóvenes vivíamos asustados, al menos teníamos la música, los árboles y sus semillas para adornar nuestros cuerpos, ahora ni árboles ni semillas, ni voz ni ruego, porque se los llevan antes de que puedan suplicar por un derecho.
Tengo pavor sobre lo incierto, el poder incita al mal, la ambición, y quien tiene recibe la maldición de querer más y más, sin importar que en ésta carrera de locos han prendido una mecha imparable que abarcará con la vida de otros, un don que solo le pertenece a Dios.
Amanecí asustada, no lo niego... hoy me duele el mundo, hay olor a carne putrefacta en mi casa, pero es que El Serbio dejó una carne sin sal dentro de la nevera y las pequeñas cosas toca cuidarlas, hay que conservar el amor en remojo, una flor en un jarrón limpio con agua fresca y dulce, para que no muera pronto y la tarea es bonita cuando es compartida, la acabo de probar y no sabe mal, se ha bendecido un plato de comida y el miedo empieza a desaparecer.
Suplico por una flor llamada Esperanza, para que el Dios de la vida pase por sus ojos, por su piel, por su cuerpo y alivie todo su dolor, que sea regada con la bendición de la lluvia, con la sanación del alma como una blanca mariposa, y que pueda abrir su propia cárcel y despegar sus alas ante la tibieza del sol.
Tengo miedo... Dios mío, ayúdame... es un algo, un no se qué, en no sé dónde... que me vuelve pálida, pero también dibujas una sonrisa al segundo, y el temor se esfuma cuando escucho un avecilla prisionera en mi árbol, si todos vieran sabrán que no miento, y que el zapatero grita, porque necesita de nuestros zapatos viejos para sobrevivir, el de las mojarras que alguien lo mire antes que el frío de los corazones dañe los peces que lleva en su bandeja.
Como por obra de magia, el miedo se esfumó, mis perros ladran en la puerta, los otros en el patio que está limpio y perfumado, la niña se recupera, la bebé corretea detrás del gato, un vehículo pasa veloz, ¿qué prisa llevará?... ahora el señor de las escobas, el que vende tomate,cebollas, tan bonito que grita, es como el cantar de un pájaro libre...
Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, diciembre 15/14

ANTOJOS

ANTOJOS

Y me antojo en quererte,
me apasionan las cumbres,
el espinoso cardo entre tus piernas,
la frondosa selva de tu pecho;
el ajustado león que guardas en tu espalda.

Y me antojo en amarte,
es la vida un querer de fuego,
un suspiro de tu boca en la mía,
divago conduciendo hasta tu lengua
con espacio para dos: tú y yo.

Y me antojo en tu mirada,
en el intenso brillo de tus ojos,
en el azabache escondido en sus pupilas,
en la niña que escondes en su espejo.

Y me antojo porque sí;
eres mi bosque preferido,
quiero trepar a tus montañas y laderas
siendo tu potranca,
que seas mis ancas
y yo, sea las tuyas.

Y me antojo en el color de tu piel,
quisiera como el mar que fueras mi playa
para tocarte todo, y sentirte mío,
sin importar que un instante te alejes
cual las olas blancas y coquetas
cuando han sido saciadas.

Y me antojo de ti todo el tiempo,

haya frío o calor, tristeza o alegría.

¿Es acaso un pecado amarte tanto?
No importa que solo quede un poema,
pero es que vivo de antojos
y estoy pariendo versos tuyos, nuestros,
que me hacen navegar en tus silencios,
para gritar en los míos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 15/14