Bienvenidos a mi blog, una experiencia de sanación, proyectándonos hacia el planeta verde, y el respeto que debemos al derecho de existir de los seres que nos acompañan en éste corto viaje por la vida. Gracias por ser parte de mi pequeña historia REGISTRADO DNDA REGISTRO AUTOR COLOMBIA
martes, 28 de abril de 2015
BUSCÁNDOTE [11]
BUSCÁNDOTE
[11]
Cuando
veas que me fui para siempre, ¿será que me recuerdas?, o dirás: “el que se va
no hace falta, pero quien regresa, es como una ola buscando en la playa de la
indiferencia, un poema olvidado”...
Un
segundo imaginé ser un ave y volé con una prisa indescifrable, una búsqueda de
algo que no era hallado ni concebido dentro de mí.
Tu
orilla fue una playa que mojó mis alas con tus lágrimas, y fue el mar, ese
inmenso consuelo en aquéllas viejas melancolías que me hallan en ti pensando.
Dije
que había un parásito dentro de mí, que nos devoramos a nosotros mismos, que
somos entes raros, pero que dibujamos una aurora dentro de un paisaje donde
estamos, y nuevos versos abaten las olas con un destino igual que nos jugamos.
Estática
ante mi propia imagen, ¡qué bonita soy si me pintas con tus rayos!, hermoso mi
cabello virgen como plata, así entre mis brazos tú y yo, siendo una entre
la nada.
Y
te veo cuando muere la tarde, un tronco herido estaciona mi figura, eres
rey de gran hermosura y consuelo para el mar donde te he hallado,
y
reposo encontraron mis cansadas alas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 28/14
¡SE FUE! [12]
¡SE
FUE! [12]
Luego
pensó don Prepucio: ¿qué hago si me abandona?... venderé una casa grande y con
eso compraré 500 cerdos, 10 vacas, una burra de ojos verdes, y luego,
construiré ese jardín que tanto pidió, tendré cría de pollitos enanos que
alguna vez ella quiso, faisanes, patos, ¡tortugas ahí quedaron!, fabricaré un
alar para las palomas y una virgen María sobre muchas rocas, como ella siempre
anheló...
Caminaré
para ver lo que ella veía, ¿qué tanto buscaba en el ocaso?, ¿qué tanto
hablaba cuando caminaba por entre el pasto seco?, parecía bailar con el
sonido de la brisa, pero siempre ausente, ¿qué pensaría?, ¡igual ni me importa!,
seguiré comprando cosas, ahora que no está...
No
traeré estorbos a mi nueva estancia, para eso tengo toda mi libertad, y lo
bueno es que no está, ¡se fue!, ni siquiera
se siente, ¿acaso sentí su presencia alguna vez?, era un mueble viejo que nadie
usaba, ni me inspiraba una mirada, pero ahora que no está, ¿qué tanto hacía las
pocas veces que iba al mar?
Caminaba
y caminaba, escribía y escribía sobre la arena uno y otro pensamiento, ¿para
quién serían?, veía cómo cruzaban las aves y abría los brazos, sus ojos estaban
llenos de sal; decía cuando una
ola tocaba los suyos y luego una carcajada y otra, ¡amor!, ¡amor mío te
quiero!, y veía sin mirar a ese inmenso globo que se descolgaba, cuando debía
regresar a un hogar falto de mucho, y lleno de ausencias y sonidos que la
arrinconaban, y la hacían mover los dedos sobre un teclado.
Es
bonito saber que se fue, ahora ¿quién era ella?, nunca asistí a una
conversación donde estuviéramos contentos, mirándonos a los ojos y
acariciándonos con dulzura, creo que fue lo mejor, ahora cada uno inventará su
propia historia sin depender del otro, no es mi hermana, ni mi amiga, y tenemos
un contrato que desde el inicio lancé a la basura.
¡Se
fue!, creo que ahora sí abriré mi portal a todo lo que merezco, a todas las
cosas que siempre he anhelado, ¿una mujer?, bueno una mujer pero de quien esté
enamorado, ¡se puede!, si ella se fue porque aquí no encontró amor, creo que
también estoy feliz, porque en verdad jamás le amé.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 28/15
DOÑA ARISTOCRACIA [13]
DOÑA
ARISTOCRACIA [13]
Para
hablar de ésta diminuta dama sólo tenemos una palabra, ¿o dos?, ¡mmmm!, bueno
lo cierto es que la conozco desde su nacimiento, y puedo asegurar que juntas
nos aferramos del mismo cordón umbilical y escuchamos los mismos sonidos, en
ese bosque extraño y tibio, que nos abrigó cierto día. Hasta puedo decir que
escuché gemidos ahogados, y dos montañas rojas que se juntaban y parecían
tambores en una inmensidad extraña, pero me complacía, como si
estuviera borracha en aromas y flores, en la invisibilidad de mi propia alma
revuelta con las suyas.
Cierto
día, sintió que caía por un abismo, que se apretaba fuerte, y luego,
comprendió que había besado esa parte íntima de una madre, y pensó: he besado a
mi Princesa, ¡y así fue sin más!, el único primer beso con alegría inmensa para
abrir los ojos luego, y retratarnos en un espejo de agua con inmensa
felicidad; ese lago de verdes, tan nostálgicos y divinos de mi madre, y era yo
su hijo 9, pero al único ser que besaría el culo dos veces y más, pues
era quien me había cosechado en su vientre hasta permitirme nacer, carne de su
carne, sangre de su sangre, mi santa madre/dijo doña Aristo.
La
Doña, era una mujer muy sensible, pero pocas personas comprendían ese
“yo” intenso y profundo, algunas veces se arropaba en palabras grotescas, para
hacer reír a otros, pero esos otros, con el tiempo cambiaban, siempre era
igual, y salían con sus arrogancias, ellos mismos se lanzaban, se abocaban a
sus propias inclemencias y vaguedades, y providencia aparecía, con esa magia
que permite develar verdades y mentiras, y la doña sentía que ese recurso
ya no funcionaba con gente tan de pedigrí y tan fina, y entonces contenta al
fin, continuaba con sus charlas interiores.
Especialista
en cocina, buena cocina, pero de un momento a otro, inició a ver desdén por su
labor, ¡era tanto el oficio para una sola persona!, ¿cómo puedo hacer tanto?,
se miraba las manos pequeñas, cortadas, ajadas, y luego, engrasaba sus
pensamientos y ponía a rodar su engranaje, en ese mundo interior que era más
grande que todo lo que sus ojos podían adivinar.
Cada
día inventaba un guiso diferente adobado con el mismo amor, ¿qué pasará?, ¿qué
será lo que hago mal?, y desaire tras desaire, sus “porquerías” eran
exquisiteces para Dandy, sus perros que
la veían llegar con sobras sin tocar siquiera, y agradecían con sus gruñidos
divinos, y sus peleas constantes, para abarcar mucho más de lo que podían
tragar.
¡Dios
mío!, ¿ahora qué preparo que les agrade?, y de nuevo un plato tras otro, y el
mismo destapar de ollas con igual desdén, recordando que siempre llevaba un
plato a su Princesa, quien abandonaba lo que estaba comiendo para deleitar los
platos que le llevaba Aristo, y ahí, comenzaron sus consejos sabios, pues de esa sabiduría
probó en esos días largos de mucha amargura y silencio.
¡No
sea tan pendeja!, ya no aguante más desaires, ¿acaso no tienen manos?, ya no
sea más esclava de nadie, si no les agrada lo que les prepara, que además queda
delicioso, prepare para usted y quien desee comer, y el resto que vaya a un
restaurante y pida si tiene dinero, sino que se prepare sus alimentos, que
laven su ropa y organicen sus cosas, delegue, ya están mayores y dedique tiempo
a lo suyo, a su vida, haciendo lo que le agrada, ¡ni más faltaba!, y con
pequeñas dosis de fuerza y energía, inició doña Aristocracia a cumplir con lo
que una sabia aconsejaba.
Ahora,
después de mucho tiempo, me doy el gusto de ver mi mesa vacía, aprendieron a
cocinar, a lavar su ropa y organizar sus cosas, aunque a ratos toca colaborar
pues otras prisas ocupan su tiempo, y aquí en ésta pared en blanco, una sábana
interminable, van quedando las quejas y recuerdos de esa pequeña mujer,
la invisible que todo lo hace, pero que nadie ve ni agradece, y Doña Aristo
sigue y sigue escribiendo. Cada vez que puedo leo su diario, parece una vieja
loca, pero es más cuerda que Don Prepucio Quemado.
¿Qué
hago?, es importante no esperar que nadie exprese gratitud, pero es valioso
también, permitirnos ser nosotras mismas, que nos valoremos y hagamos respetar,
¡vaya y venga! , que cada quien lave sus trapos sucios y coma lo que desee,
porque la mejor amiga de doña Aristocracia se tomará un café a la salud mental
del universo.
¡Ah
sí, el viejo lava su ropa y también la organiza en su closet!
¡Qué
mala mujer tiene!, ¡pobre hombre! , y eso que nadie sabe que se ahorra
para no gastar a su esposa cuando va y usa putas en Siglo XXI, y ojo, que nadie
se entere porque sería el hazme-reír de los chismosos, esa Doña Aristo parece
jodida, ¡santandereana tenía qué ser!
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 28/15
Suscribirse a:
Entradas (Atom)