sábado, 3 de abril de 2021

EN LA CUEVA

 

EN LA CUEVA

 

Un día, quisiera salir al parque y revisar detrás de las hojas, a los gusanos que se volverán mariposa.

 

Hace poco un viejo dolor tomó asiento en mis costillas y me repetía: ¡pronto moriré!, no sé de qué, pero así será, puede ser que esas fiebres que secan mi boca en las noches sean la ayuda celestial que a todo mortal le ha de llegar.

 

Beber directo del manantial suelo hacer, luego como toda mujer que toca el filo de la ancianidad, enciendo velas y oro por los que se adelantaron y me esperan arriba, en esa casita blanca que surge entre las peñas, y tienen caminos sembrados de hierbabuena y flores de mil colores.

 

Paso por el cañaduzal, y a punta de roca, exprimo igual que el colibrí, tan dulce miel que me llena de juventud, para buscar entre sus cañas un nido de gorrión, o a la mirla que canta tan hermoso al verme pasar.

 

Busco una letra más fina, pero no la hallo, siempre llevo prisa, es buena cuando queremos llegar a tiempo a los brazos del amante, que, arropado con su ruana vieja, nos pide una caricia que alivie el tormento de un largo día de trabajo.

 

Aquí entre nos, por aquí no hay caricias, ellas se movieron de lugar, pero no pienso en ellas sino para meditar.

 

Tengo los riñones jodidos y un tanto me cuesta andar... ¿Qué tal una montaña encima?, ¡sería como ir al río y pedir pollo al carbón, habiendo bocachico y salmón. 

 

Luego sigo pensando: ¿será que salgo al parque?, recordé que no soy de parques, sino de extensas montañas y que, como las chivas, me gusta subir la cuesta y trepar por los arbustos, para agarrar los frutos más dulces y las hojas más tiernas.

 

Me he convertido en una rata almizclera, que vive en su madriguera y adora sus oscuridades.

 

Igual, para ser feliz me basto sola, desde aquí alzo las olas y me vuelvo mar de tanto llorar.

 

Raquel Rueda Bohòrquez    

Barranquilla, marzo 18/21

EN MEDIO DE TODO

 

EN MEDIO DE TODO


Dios está en medio de todo.

Él es la naturaleza

y su reclamo

lo estamos sintiendo.


No más ambición

no más soberbia

que cese la maldad

y volvamos el rostro

a la madre tierra

la que nos provee

de todo lo que necesitamos.


Raquel Rueda Bohòrquez

19 03 20


FRUTO MADURO/A Carolina

 

FRUTO MADURO/A Carolina


Un día cualquiera pensé en la vida,

En el cansancio por tener y aprender...


Al siguiente amanecer, me regalaste un paisaje

A donde mis pies cansados se fundieran,

Y pudiera contemplar el vuelo del ave

Que parecía partir en dos el cielo.


Frené en seco, me olvidé de toda prisa

Que borraba el amor de mis ojos,

Y fue en el instante de la lluvia,

Que te volví a ver en el pez multicolor

Que desde la rivera me parecía contemplar.


Te sigo desde ayer, persigo tu luz

Me vuelvo mujer de cintura ancha,

Me vuelvo hembra de redondez

Cual fruto maduro listo a envejecer.


Ahora veo todo de otro color...

Fuiste quien detuvo mi carrera

Y me hiciste llegar a la meta,

Despacio, sin el afán del mundo;


Porque no llegaba a ningún puerto

Sin tu amor.


Raquel Rueda Bohòrquez

24 03 21

 

A CONCIENCIA

 A CONCIENCIA


Despertar a la conciencia, es comprar a los campesinos sus frutos en la calle, o directo en sus parcelas, y no llenar nuestros canastos de productos importados, mientras los nuestros mendigan en las calles...

Sus artesanías, sus obras de arte, sin regatear, pues con ese dinero alimentan a sus familias.

Despertar a la conciencia, es permitir a los árboles dar sus frutos y no podarlos en plena floración.

Es pecado negar alimento al ave, o al peregrino que deambula de rama en rama, buscando que comer, cuando un árbol puede calmar el hambre y aplacar la sed.

Sé artesano no solo de tu destino, tenemos que aprender, que quien pide cargando un niño en brazos, no siempre es bueno, pero quien vende algo, sabe que debemos trabajar aunque sea recogiendo las hojas del parque para procurar nuestro alimento.

Hay personas que viven de la tristeza de otros, se aprovechan, y pasan viendo en qué momento pueden causar mal.

Hay miles de conciencias y sus despertares, motivos grandes o pequeños, lo importante es que actuemos ahora, porque la naturaleza nos ama, nos redime, nos perdona, cada vez que aún derribado un árbol, por sus raíces brotan sus hojas y cada tanto florecen, regalándonos la sorpresa de un nuevo fruto. 

Pídele al cielo luz en tu vida, y te regalará miles de estrellas y motivos; aún en días aciagos, te mostrará paisajes cambiantes en las nubes y rebosantes en el mar. 


Raquel Rueda Bohòrquez

23 03 21