jueves, 5 de noviembre de 2020

VIEJO AÑO

 VIEJO AÑO


Del año pasado recuerdo muchas cosas, la gente se esmeraba demasiado en la perfección de los cuerpos y en esta tarea se volvieron vacas de colas inmensas y tetas grandes, pero sin producir leche para los terneros.


El amor se cambió por libertad y la libertad fue una farsa que volvió fandango el cuerpo y la vida de la flor se marchitó en el vientre, se arrancó del ombligo la esperanza de un huerto con el canto de aves entre los árboles, que fueron perdiendo su horizonte en un mundo sin piedad.


Los rostros no eran naturales, todos querían la perfección,  y las imágenes de cada uno nos volvieron ausentes al mundo y al trágico suceso que se acercaba sin temor, entre las horas que marcan las brisas y las rosas que abren a sus primaveras.


Se peleaba contra la vejez y queríamos ser guitarras con ojos vacíos, con los corazones henchidos que desfilaban pasarelas mentirosas, llevando a la muerte la compañía y el diálogo en los hogares, porque un pequeño cuadro hablaba por la madre que en silencio iba y venía queriendo al menos una mirada.


Recuerdo mis senos grandes y la vez que se debieron mutilar, los desaires a la mariposa y las rondas blancas de las espumas sobre el arenal.


Hace un año estabas con nosotros, llegabas a casa con inquietud en el rostro y los brazos muy delgados, pero hoy desapareciste de nuestro lado, como una estela roja en el horizonte. 


Aún así, con una máscara continuamos vanidosos, ¿para qué?, de nada sirve la belleza y menos fingir que somos parte de ella, porque al instante un arrebol nos avergüenza en tanto la palidez nos toma.


Aquí vamos, escondidos en las sombras queriendo ser valientes, pero un enemigo mayor se pasea entre nosotros y nos arranca de tajo la sonrisa. 


Si estamos muecos, tenemos el achaque del tapabocas y obviamos saludar de mano, ¡igual ni me gustaba!, con las manos se asesina, se roba, se castiga, y no sabemos con certeza si la mano que arrancó la vida a un inocente y dañó su pureza, nos apretaba los dedos y nos dejaba parte de su inmundicia.


¡Algo cambiará para los mismos pobres!, porque ni por otro virus, el rico dejará su ambición y todo lo perdido no se recuperará, ni porque vuelva a nacer, ni me ampare de nuevo en tus ojos negros, ni el desnudo pecho que tanto amé... 


Raquel Rueda Bohórquez

06 11 20