domingo, 31 de marzo de 2013

DESDE MI SILENCIO [1]

Ardilla herida en una esquina, ahí pasaba con mi madre, ella se quedó cuidándola de los perros y seguí a mi casa a buscar una caja, estaba paralizada, y por mi culpa un vehículo casi atropella a mi madre, era mi secreto, ya dejó de serlo, la expuse por una ardilla, pero me dijo: Mijita, no se afane, no pasó nada, igual ella también tiene derecho a vivir.


Ardilla herida

DESDE MI SILENCIO [1]

Proclamo tu fuerza, luz de mis ojos,
belleza donde hay falta de ti,
lo tuyo es magia, fantasía,
me regalas todo y no sé ni lo que soy.

Un trigal son tus ojos,
el dorado que seca el sol,
lluvia de perlas escondidas
que se mecen
sobre las olas del mar.

Desde mi silencio te proclamo.
¿Quién me verá más que tú?
Adivinas que tengo hambre,
que voy tras tus pasos y no me ahuyentas,
camino tras tus veredas y no me pisoteas,
busco un alar en tu ventana y me acoges.

Ya no sé a dónde ir,
en mi silencio te busco, mi fuente y sosiego,
paz infinita en tu brillante oasis.

Aquí no tengo nada,
ni una sombra, ni un árbol,
hasta las flores parecen ajenas
y mis pies están cansados de caminar.

Tus mariposas tienen dueño,
sólo las miro volar,
honda tristeza, cruel melancolía,
déjame con ellas viajar.

Soy una potranca hambrienta de libertad
veloz buscando una montaña,
navegante que tiene fuerza en sus ancas,
y el amor le incita sobre las alturas
pero una soga lo detiene
y una cerca lo acorrala.

¿En dónde estás Dios?
Quiero viajar a tu lado,
al prometido paraíso
donde no existe la ambición.

Ahí todos seremos uno;
polvo de estrellas en el cielo
y luz para que otros

nos vean brillar…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 31/13