PALABRAS
Sólo decir gracias, fue hermoso creer y confiar, pero en todo
fondo hay un agridulce sabor siempre;  y
como desea sólo un poco de miel, el colibrí extiende las alas, sacude el polen
del camino y marcha hacia otro jardín, donde las promesas tengan ese color del
ámbar, dorado y cristalino.
Buenos días, no he podido conectarme mucho, pero pasaré de
vez en cuando para dejarles un abrazo, y la noticia de que en mi huerto también
hay hermosas flores y me quedo aquí sin esperar nada de nadie, y sin que
esperen demasiado de mí.
Los colibríes siempre me parecen como un sueño divino que va
y viene, y con lo que encuentran  en el
camino se entretienen.
¿Qué podemos cambiar?... Yo antes era muy acelerada, siempre
corriendo afanada por mi futuro, y llegó el futuro y descansé, porque no
existe, no hay futuro, está  el instante
en que podemos sentir dolor y alegría, hambre y saciedad.
Veo a muchos afanados por comer más  que otros, pero igual  se van, en cualquier instante, llenos o
vacíos y más vacíos que llenos, pues su llenura se la roban los parásitos, como
a veces otros seres se encargan de robar nuestros sueños en el camino. 
Igual, danzando o llorando, la cascada baja de la montaña
para llegar al sitio donde se reúnen todos los llantos del mundo: el mar, ese
mar que sale de  nuestros ojos, y deja un  inconfundible sabor en los labios. 
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 22/14