A MI PADRE L4R
A él quiero dejar mi alma
ese tesoro hermoso que aún habita en mí,
que llevo su sangre como legado hasta morir
y que tiene una invitación pendiente,
en el rosal donde quedó mi existencia.
Él mi primer amor lleno de abrazos y besos
donde la niñez se esfumó temprano viendo sus ojos,
y el dolor me
lo robó en incierta mañana;
mientras su mano tomaba, y una helada corriente
sentí,
bajando como un torrente que se
perdía en un instante,
cuando sus ojos divisaban una flor perfumada
extendiendo sus manos hacia él.
Ese padre como ninguno, un regalo del cielo
mi amigo en días tristes y mi consuelo;
el gran payaso que siempre nos hizo sonreír
sin importar sus propias llagas,
sus caminatas extensas, trayendo un consuelo a casa
y sus manos con olor a tabaco,
que robaban a la vez su vida.
Cómo no para ti… en tu día,
un recuerdo que nunca marcha
una bicicleta donde aprendiste, aun cuando nadie
creería,
para corretear a la par con tus hijos
y sonreír mientras susurrabas bajo tus canciones.
Allí estás… sé que me escucharás,
una helada corriente ha pasado por mi rostro y te
descubro
y al bajar la mirada, te encuentro en mi blanca
pared;
donde mis dedos quieren dejarte un recado,
y desde mi corazón envío los abrazos que faltaban,
y los besos que entregarás a ellos
quienes te acompañan.
Me esperas mañana sentado en un rincón
abrazado de alguna doncella que fue en tu búsqueda
con mí monacho y todos los que se fueron primero.
Éste sueño es veloz, ya no soy una niña aunque
parezca,
y ese gran día anunciado lo esperaré paciente;
mirando cada instante un nuevo ocaso donde estarás
y una callada luna que sigue tus pasos.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio/12