jueves, 3 de julio de 2014

A MI PADRE

A MI PADRE L4R

A él quiero dejar mi alma
ese tesoro hermoso que aún habita en mí,
que llevo su sangre como legado hasta morir
y que tiene una invitación pendiente,
en el rosal donde quedó mi existencia.

Él mi primer amor lleno de abrazos y besos
donde la niñez se esfumó temprano viendo sus ojos,
y  el dolor me lo robó en incierta mañana;
mientras su mano tomaba, y una helada corriente sentí,

bajando como un torrente que se
perdía en un instante,
cuando sus ojos divisaban una flor perfumada
extendiendo sus manos hacia él.

Ese padre como ninguno, un regalo del cielo
mi amigo en días tristes y mi consuelo;
el gran payaso que siempre nos hizo sonreír
sin importar sus propias llagas,
sus caminatas extensas, trayendo un consuelo a casa
y sus manos con olor a tabaco,
que robaban a la vez su vida.

Cómo no para ti… en tu día,
un recuerdo que nunca marcha
una bicicleta donde aprendiste, aun cuando nadie creería,
para corretear a la par con tus hijos
y sonreír mientras susurrabas bajo tus canciones.

Allí estás… sé que me escucharás,
una helada corriente ha pasado por mi rostro y te descubro
y al bajar la mirada, te encuentro en mi blanca pared;
donde mis dedos quieren dejarte un recado,
y desde mi corazón envío los abrazos que faltaban,
y los besos que entregarás a ellos
quienes te acompañan.

Me esperas mañana sentado en un rincón
abrazado de alguna doncella que fue en tu búsqueda
con mí monacho y todos los que se fueron primero.

Éste sueño es veloz, ya no soy una niña aunque parezca,
y ese gran día anunciado lo esperaré paciente;
mirando cada instante  un nuevo ocaso donde estarás
y una callada luna que sigue tus pasos.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio/12



A MI MADRE

A MI MADRE

A MI MADRE LR4

Cada vez que me encuentro en soledad, y el frío de tu ausencia pareciera calar en mi alma; recuerdo la calidez de tu mirada,  tus manos sobre las mías, y el brillo de tus ojos, me parece como un lucero donde habitas cada día.

Cada segundo estás en mi mente; y como un estero donde el fuego existe, así mi corazón de violetas teñido, trae para ti un ramo de flores;  cada segundo, mientras pueda... Y desde éste pensamiento aún lúcido cuando  retorne tu voz, como el canto de un sinsonte, y observe pasar un águila errante, creeré que eres tú, que en su vuelo de cometa libre, agita la bandera de mi existencia para que te siga.

Nunca creí que doliera tanto no verte, que tus cansadas manos sobre las mías las añorara, hoy habitas como una golondrina donde un nido quedó vacío, y permanezco en el silencio de la fría noche, esperando por tus alas, añorando ese abrigo tuyo lleno de oraciones  que me sostenían.

Viajaré a tu lado cada segundo; no he de olvidarte madre mía, la reina de corazones que viajó temprano, antes de la aurora; cuando aún la noche vestida de negro te anunciaba, que el sol vendría por ti, mientras yo dormía.




Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio/12