jueves, 4 de julio de 2013

QUISIERA [162]

QUISIERA [162]

Quisiera retornar a ese instante
donde el mundo no dañe nuestra ingenuidad.

Sin ser la rosa,
ser capullo en vez de inmensa flor.

Puedo ser colibrí,  
joya de verdes encendidos
complacido en su vida apresurada,
buscando en cada huerto
un motivo que lo impulse,
a mover con prisa sus alas.

Quisiera ser del aire 
un perfumado aliento;
del sol,
eterna luz 
para el navegante perdido...

Quisiera...
¡No sé lo que quiero!

Pero ahora mismo,
¡no quiero estar aquí!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 4/13






IMAGINÉ [163]

IMAGINÉ [163]

Imaginé que me confundía con las amapolas,
que al paso de una suave y helada corriente,
los rayos del sol tenían vida, magia,  fantasía.

Sentí que era parte de un paisaje en donde no estabas,
que volaba mi alma de águila triste y ausente,
pero mis gritos se estrellaron contra las rocas,
para regresar al navío de la vida, dispuesto para ti.

Me perdí una vez más en mis pensamientos
siendo una ola desnuda y clara.
Ahora Soy un navegante sin rumbo,
me dejé guiar por el brillo de mis sentimientos,
corrí siendo una gacela, tras tu figura,
mi estampa amada mi niño pequeño
mojando sus alas en la rivera.

Di la vuelta al destino,
vi  la suerte y te encontré
entre amarillos y rojos colores.
Entre blancos y verdes
sólo para ti me doblé.

Los girasoles de la vida
volteaban de nuevo al sol,
para en el atardecer,
bajar el rostro ante lo apacible de la noche.

Caminé de tu mano,
sentí la tibieza de tu corazón;
palpitaron dos palomas en invierno,
ante un frío añejo, ese frío viejo de la vida
de la paja húmeda y vencida
y nos encontramos entre picos y lenguas húmedas,
abrazados al fin, adheridos al bosque de luciérnagas,
aferrados de la noche con su luna y sus estrellas…

Un camino señalado eran tus manos,
cambié la ruta y estabas ahí conmigo.

Luces van y vienen
en una discoteca de soles alegres,
para verme en tu universo
como parte de un todo.

Tomé las flores blancas para mi vieja,
y corrí de nuevo.

Era blanco mi cabello de aurora,
pero en ese futuro estabas,
eras todo plumas, blancas plumas,
nieve dulce sobre la copa de un árbol.

Sentí  alivio al abrir los ojos,
y saber que los sueños existen,
que el cerebro es una máquina que los ilumina
para convertirlos en verdad ante una lápida.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13  

LA DAMA [164]

LA DAMA [164]

La vio el mariscal y el coronel,
la saludó el comandante de pecho de palomo,
las señoras de copete y muchas alhajas de oro;
la vieja chismosa envenenadora de inocentes,
la otra que roba a los inquilinos,
en vez de buscarlos en sitios más indecentes.

La descubrió el señor de las guanábanas largas,
la engañaron los hijos con sus mentiras,
el viejo de las mil y una mañas con las mujeres.

Descubrió que las heridas duelen
y mucho más,
si las propinan quienes más amamos.

La dama de traje desteñido,
de lágrimas que pugnan por salir,
¡la victima!  /gritó alguien, después me envió a comer mierda,
pero ella estaba muy asoleada y se la guardé
para que calmara sus hambres viejas.

De a poco, en medio de letras voy dejando la vida.
A ratos no sé hacia donde correr
después de tanta inquina,
y creo que mi función dejó de ser.

Te busco de nuevo mi Navegante perdido...
Me ahondo en ese mar de locuras y fantasías,
me aqueja un dolor nuevo, de punzada en el pecho,
y de a poco le pido a Dios se acuerde de mí…

Pero nunca moriremos,
será un retornar a sitio más placentero
donde las heridas no duelan tanto,
los gritos no acobarden
ni me doblen como un niño,
dentro del vientre de la madre.

A ratos me descubro y no sé quién soy,
me duele mucho todo lo que pasa aquí, allá…
Me abaten los aires de rabias contenidas de mis hijos
y sus punzantes palabras de cada día.

Estoy segura  que hago bien la tarea
pero ellos equivocaron tal vez a la madre,
treparon por un cerro que no era el de ellos,
debieron nacer en otro vientre,
en otro corazón, más no en el mío.

Y a pesar de todo, en un rato los miraré…
Algo sucede que no me entero,
quieren volar y tienen cortas sus alas, pero los dejo,
les invito al juego de vivir
para que se estrellen un poco.

Que comprendan que la vida no es fácil,
todos tenemos que vivir lo que nos toque
para después aprender a valorar
a quienes entregaron su vida por nosotros.

La dama toma asiento de nuevo…
Una pálida hoja en blanco le invita,
se mira al espejo y arregla su sonrisa de payaso,
comienza de nuevo a sobrevivir
con los sueños que le quedan,
en un espejo de agua
escondido en su alma.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13  



ROSARIOS [165]

ROSARIOS [165]

Quiero dejar en ti 
mi pequeño rosario,
mis manos de sembrador
en el desierto.

Descubrirás las sonrisas de las aves
al cantar de la lluvia tempranera
y al asomo del sol brillante.

Te darás cuenta que la vida pasa
siendo una corriente de agua fría
que se pierde en un callado lago.

Quiero dejar un poco de mí
sobre tu huerto,
descubre al colibrí
de tornasoles divinos
zumbar cual insecto
sobre la flor más dulce.

¡Como brillan luciérnagas en la noche!
¿Serán lágrimas que guarda el cielo
con los broches perlados
en el corazón de alguien?

Deben ser las miles de perlas de sal
que en otro diluvio se convertirán en rosarios.

¡Esos son los luceros de la noche!
¡Ese el brillo de un diamante escondido en la roca!

Cuántas ancianas han entregado sus cosechas,
jóvenes que parecen viejas,
viejas que se arruchan bajo la sombra de sus pesares,
en tanto se escucha de otras mujeres
voces sepulcrales que las alaban.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13  

HABLANDO CON MIS HIJAS [166]


HABLANDO CON MIS HIJAS [166]

Alguna vez le conté a mis hijas
que también tuve muchos sueños.

Fui danzante sobre un tablao,
con zapatos rojos
y vestido de tul y seda...

Divulgué de noches muy oscuras,
de manos arrugadas y severas,
de ojos vidriosos y malvados
ocultos tras las higueras
de mis pesadillas y desvelos.

Una vez me enamoré de un lucero,
se perdió en una tarde de primavera,
y en sus ojos volaban mis sueños
quedando un hilo de cometa en el cielo.

Hablé con mis hijas sobre la desnudez del alma,
la verdad que debe estar por encima de todo,
la franqueza que debe asistir nuestra vida
con ella de bandera.

Divulgué secretos de los lirios del valle.
Conté que el hombre poco ama...
…sólo siente lo que hay en medio de sus piernas,
se levanta como un toro bravo
y no se agota, busca de nuevo...

No hay señor en la soledad
ni  caballero ante la desnudez,
ni  valor ante la ebriedad,
pero nada vale hablar, nada confesar,
de nada sirve contar.

Dije de las rabias y las iras,
que todo viene y va,
y asumimos las consecuencias.

Que un perfume atrae a los colibríes
y de la miel fácil se nutren,
para después continuar su errante viaje
probando de cada flor en el camino.

En esto me entretuve un rato...
¡Toma Verónica  el vestido de seda azul!
¡Cúbrete Carolina!

Veremos de qué color está la alborada
Asistiremos a una fiesta en el jardín:

¿Sería que brotaron los gajos que sembré?
¿Las gardenias que con tanto amor cultivé
con trozos de mi carne y retazos de corazón?

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13 




AL MAR [167]

AL MAR [167]

Mi cantar es para el mar…
Allá donde se quedan mis mañanas
y la voz cálida de un amor brota
de sus entrañas.

Me gusta su brillo,
ver las olas de cabritas juguetonas,
sentir el deslizar de una ola sobre la arena
y ver salir al Dios de cada día
con la luz intensa y finita
que entibia cualquier frío de la noche.

De nuevo el mar es la sinfonía...
Es un mural en blanco para amarle
para llenar de besos y caricias
que Él devuelve siempre,
al danzar bajo sus propias aguas.

Es mi amor el mar con sus azules intensos,
sus verdes suaves cuando se antoja,
sus diamantes relucientes con el sol
y el oro que se derrite en sus entrañas.

Viaja mi amante sobre sus aguas,
se mueve mi corazón hacia su norte,
y cuando estoy triste, sólo le observo,
para enmudecer un poco
ante su voz cálida de hombre.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13