miércoles, 29 de febrero de 2012

AMOR MÍO (1)


AMOR MÍO (1)

Amor mío…
De cal y cenizas de viento y ocaso…
Dueño de mis sentires desde el amanecer
La rosa nueva abrió hoy sus pétalos
Hojas nuevas caen dorando pieles,
Pétalos pisoteados abonan senderos olvidados…

Eres ese candil encendido en mi corazón
Mi callada boca como roca al viento
La tibia brisa azotando mi ventana
Con el óxido que el tiempo mata y envuelve…

Qué triste suelo estar ante éstos sueños míos
Pero éste amor no vence los huracanes
Éste fuego no se apaga ni las cenizas vuelan
Éste atardecer lo pinto con sones de un piano envejecido
Que a pesar de su tiempo aún tiene mágicos sonidos.

Aquí estoy de nuevo tu imagen en mi corazón
Esas manos tuyas como hiedra por mi cuerpo
Un cuerpo que venció la tarde…
Una aurora que me encontró de nuevo con perlas de sal
Que se esfumaron nuevamente sobre mis envejecidas piernas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 29/12

ESE SILENCIO (2)


ESE SILENCIO (2)

Silenciosos ante las injusticias
de cómplices pasamos…


Los miedos nos acobardan
ojos de fuego nos retratan en los suyos
y seguimos caminando sin dejar huella
atrapados en cápsulas de perdón y olvido.

Voy callada por sus muertes...
Han caído sobre charcos sucios;
aterrorizados están mis ojos y de nuevo continúo
con un candado que oprime la boca
y pareciera hacer estallar el corazón.

Silencios de amor…
La cobardía es más fuerte que nosotros
 nos impide alzar vuelo,
expresar un sentimiento.

Nos somete un silente beso
en una pesadilla eterna
sin una flor que adorne cristales
ni unas manos que entibien pieles.

Quiero en el silencio de mis labios
ajustados a los tuyos,
decir te quiero
sin importar que no estés…

La omisión tuya te la lleves
y una blanca flor tal vez presientas
sobre una fría lápida cansada de tu ausencia.

Ya enmudecida abrió la boca...
Una muerta palabra interior 
se desperdicia en bondades
sobre aquéllos que las negaron.

Pero hoy, ¡todo tan extraño!
Pronunciaron: ¡si, también te amo!

Y roja flor perfumó de nuevo
una estancia que parecía olvidada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 29/12



EL MARINERO SONRIÓ (3)

EL MARINERO SONRIÓ (3)



Ahí estaba con su camisa a rayas que compré, (ésta no era robada)…

Su triste mirada me conmovió y su boca había tomado cierta forma,
parecía enojado por algo siempre y con su gran habano, enviado por Castro
veía de nuevo hacia el horizonte…

Me coloqué detrás de él pues quería saber qué era lo que provocaba tal ausencia…
Vi muchas barcas, enormes, llenas de gente que parecían estar aprisa siempre.
No los veía tan felices…, no más que yo, pues no tenía ningún estorbo,
sólo estaba ahí cual sombra detrás de mi marinero.

Un fuerte rugido me asustó, la enorme ola quería tragarse nuestra barca
pero así como llegó también se desvaneció y ni el sacudón fuerte hizo que él se moviera…

Hoy estaba de timonero y tenía una gran misión…
 Su mirada fija estaba puesta en ese algo que iluminaba el mar y que no podía perderlo de vista ya que podría causar un choque y su tiempo era para todos,
 a buen puerto nos llevaría…

Lanzó un amarillento escupitajo a la vez que graznó como un ganso, y por fortuna no me fumigó, si no es porque soy veloz y llevaba mi patita de palo nueva…

Me escondí sigilosa a ver en qué terminaba el asunto, al fin decidió votar el asqueroso tabaco que un pobre pez hambriento tomó con ligereza; una grande y mueca sonrisa apareció en su casi siempre adusto rostro, marcado con las señales de su rabia interior…

Elevado sobre las olas estaba un delfín rosado... precioso, parecía una enorme flor al viento y sabía que había llegado al pacífico de Colombia y su retorno a casa lo hizo creer que ahí sería más feliz que en ultramar.

Pero no sabía que allí la sangre de los negros la convertían en oro y los niños morían de hambre, pues sus alimentos los robaban para engordar cerdos, aún así, él sonrió tan ampliamente que parecía opacar al maravilloso astro dorado que cubrió toda la barca.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 29/12

SOBRE EL MUELLE (4)


SOBRE EL MUELLE (4)

Estaba sobre el muelle, 
recostada en cualquier palmera…


Las olas apacibles parecían descansar
Y las pequeñas barcas casi en la orilla ancladas
Ansiando una mañana o un atardecer.



La pesca estuvo regular, pero esperando a mañana
Seguro que un gran banco de peces 
Estaría rebosando sus lanchas
Y muchas aves recogerían de los desperdicios,
Rogando que el gran barco no arrasara con todo
Y los dejara de nuevo con las redes extendidas.

Yo no tenía bote, ni barca…, 


Simplemente estaba ahí
Observando detalles de la vida de otros,
Viendo las carreras y las miradas intranquilas.



Las rocas esperaban dóciles el azote de las olas
Cultivando paciencia y fortaleza.



En un rincón oscuro se encontraba, casi que invisible…
Sus ojos tenían un brillo extraño, inexplicable
Como deseando  detener el atardecer,
Que el tiempo no fuera, ni se contaran los segundos.



Pareciera que hoy todo fuera más valioso,
Los segundos valían oro, pero él se congeló...

Perdido en  pensamientos que nadie conocía, estático
Depronto…,como si el chip de su vida se disparara
Alzó la mirada un instante…

La vi caer en picada desde una gran altura
Y el enorme pez angustiado brotaba sus ojos,
Se sacudía frenéticamente, ¡y al fin todo pasó!



Mientras el alcatraz lo guardó en su enorme pico
Sin emitir sonido alguno,


Se perdió en el horizonte...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 28/12

MÚSICOS DE LA CALLE (5)


MÚSICOS DE LA CALLE (5)

Quiero robarle a la vida una sonrisa.

La guitarra vieja  llena todo vacío

y la oscuridad es un edredón para brillar.



Me gustaría verte algún dí, amor mío...

Contemplar en mi canción esa posibilidad
y con los ojos del alma entregar lo que soy
con ésta pobreza de cosas que roba la calma
y éste don que Dios me regaló.

Toca guitarra mía,
este viejo corazón sin ropaje de invierno
anhela que tus manos acaricien tales cuerdas;
que nuestra vida continúe por éstas callejuelas
mientras alguien deja algo con amor,
en ésta pequeña caja de cartón.

Barranquilla, febrero 28/12