miércoles, 11 de noviembre de 2015

ESTRELLAS MUERTAS (59)


ESTRELLAS MUERTAS (59)

Hoy amanecí tan santa, que soy capaz de perdonarme el hecho de haber llorado tanto, amanecí más fresca que hace un siglo, es renovando mi espíritu, a quien un Rey ha sacado tanta espina, y luego, voy desatando nudos que tienen prisioneros a mis perseguidores.

Es que de tanto vivir resentida por esos raros amores, en mi prisión se vieron, por obra de un Señor que nos da y quita la vida, para que resucitemos como pájaros y perfumemos como flores.

Sin saber, también crucé sus caminos, ¿es raro verdad?, pero hay un poder tan grande que desconocemos, un río no puede perder su cauce jamás... y menos por esas cosas pasajeras que tanto nos emocionan.

Ahora es de noche, hoy se escurrió, ¿es hora de dormir?, son las 12:11 pm, de un momento a otro el día tomó un tinte rojo oscuro, estaba por ahí charlando, a veces nos cansamos con tanto dolor, que la Vieja Pacha se puso mal y casi le da un derrame, que un joven le hizo daño a una niña, que un amigo está grave, y vamos acumulando penas encima de las propias, y entonces deseamos desaparecer, pero viene algo como si estuvieran punzando tus ojos, luego tu cabeza y todo se enciende, para darme cuenta que muchos seres están necesitando oración y que a veces ni una pastilla calma esos dolores tan extraños y fuertes que aparecen, hasta que deseas vomitar todo eso que te causa daño, y sí, lo hacemos, y el cuerpo siente un agotamiento, nos sentimos como ancianos antes de tiempo, no deseamos dormir, algo se ha desvelado, y un escapulario es bendición cuando el santo que colgaba de tu cuello se ha oscurecido de tanta  fiebre, así como  una nube gris que se interpone ante el sol y en un cerrar de ojos vemos que se despeja el cielo a pesar de todo.

Hoy no pudo venir una señora que ayudará con un  “meque”, porque vamos a matar todas esas energías que atormentan nuestra vida, esos pensamientos de soledad y tristeza, de exceso de melancolía, ese sentirme rara en medio de mi propia gente, todos desean tomar nuestra carne, se alimentan de nosotros, nos abochornan, nos esconden todo,  y aquí miro las fotos en mi pared,  me vuelvo  como una amazonas fuerte, nada temo si Él es la luz que persigo, y creo que hay mucha gente que no debió nacer,  es raro que mueran quienes debieron vivir, no comprendo esto tan raro, es como si nos pusieran ante nuestros ojos a la muerte servida con salsa roja y picante, para que de una vez nos enteremos, que al morir somos un espejo, pero cuando estamos vivos, no reflejamos nada, ni siquiera un sueño, porque todos se van con cada amanecer, todos se ocultan con la noche y brillan en ese espejo oscuro, eso somos, estrellas muertas que van y vienen con el viento del día a día.

Incoherencias o no, el dolor de cabeza se esfumó y estoy feliz, porque la salud es en verdad el regalo que más valor tiene, no existe nada que se compare con tener deseos de correr, nada con desear escuchar música y alabar, agradecer el hecho de existir, así parezcamos esas estrellas muertas, a pesar de todo, tenemos brillo y vida, ¿no es maravilloso?

Mi cuñado Gustavo dijo cierto día, cuando ya el comején se había hecho cargo de su carne: Te doy todo lo que tengo y me regalas tu salud, nadie quiso hacer negocio, se fue y no pude abrazarlo para decirle que en verdad lo quería, era una buena persona, y en un sueño me dijo: por favor, no me pienses más que no me has dejado partir, yo también te quiero mucho, pero suéltame, y dejé que se fuera ese recuerdo bonito de un ser  que amó a mi hermana y guardó en su pecho cariño para mí, bien correspondido fue, pero me dolió el hecho que apenas conseguí trabajo en otra ciudad, murió, y deseaba estar ahí en ese momento, por eso era que siempre estaba pensando en él, en ese abrazo pendiente.

Ahora siento su brillo, su resplandor acaba de llegar, ¿estará naciendo ahora mismo en algún pájaro azul?, tiene que ser azul, ese color me relaciona con el color favorito de Dios.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/11



ERMITAÑO SOY (60)


ERMITAÑO SOY (60)

Vengo del planeta
De las rocas y el agua,
Y por supuesto,
De sus arenas mojadas.

Siendo nada,
Salí con una gran tenaza
Para que con ella me ajustara a la vida
Y me defendiera de tanta carita dentada
 Y de tanta garra afilada.

Bajo una roca fue perfecto…
Oculta en una cueva,
Frágiles fueron las arenas,
Y vengo de esa tierra fértil
En donde no existe la pena.

¿Saben qué comía?
Eran algas mi alimento,
Mi casa, era un préstamo en verano
Y uno más grande en invierno.

Vengo de lo simple,
Dicen que de una costilla,
Pero eso es un cuento de niños,
¿Quién teniendo poder,
Formará a la mujer
De un trozo de hombre?

¡Vaya cuento bien reforzado!,
Y con eso están amañados.

Quien nos creó
Estaba pensando en las flores
Y en los perfumes.

Se inspiró en un corazón inmenso,
Y para nuestro contento,
Pensó en los ermitaños,
En esas mujeres tristes,
En esas poetas raras.

¿Quién me dice que Dios no es hermafrodita?
¿Me condenarán por pensar?

O Dios puede ser la cuna
Donde el verbo habita,
Y de ahí nació la mujer.

Estando en esto, me acarició,
¿Qué haremos con ella?
Es timidez y a la vez es resuelta,
Corre un paso y espera dos,
Para no encontrar la cuesta.

Será desnuda
Y vivirá en casa prestada cada vez,
Para que así en medio de la pobreza ajena,
Encuentre su propia riqueza.

Y nací, con esa carita asustada
Y un cofre asignado cada vez.

 ¡Qué bonito ermitaño soy!
¡Qué hermosa casa!
¡Parece de porcelana!

 ¡Gracias amigo Caracol,
Gracias a ti
Mi Extraterrestre mayor!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/15