sábado, 21 de junio de 2014

EL CARRETERO

EL CARRETERO L2R

El carretero creyó
que al empujar sólo la carreta,
todas las flores serían para él.

Olvidó las que fueron esparcidas
y continuó su marcha feliz.
¡Sentí pena por el carretero!,
hubo tristeza y soledad,
me dolieron las flores que se perdieron
y que pudimos entre los dos cargar.

Olvidó el carretero
que mis manos estaban libres y eran fuertes,
que mi empuje no tenía vicios.
Me apena ver al carretero solo
encontré las riquezas;
mis propios tesoros interiores
no impulsé  carreta alguna
mis fuerzas se olvidaron.

Ignoró el carretero que cuando yo tiraba la carreta
todo era más liviano,
que nos compartíamos las cargas,
que nos abrazábamos en el camino
llenos de sonrisas, y pequeñas glorias
que nos hacían felices.

¡Qué pena!... ¡qué tristeza!...
¿Nada sentirá el carretero hoy?
Próximos a llegar a la orilla me duele todo
los segundos pasan aprisa...
¿dejará que mi mano dolida tome la suya?,
¿podrá mirarme a los ojos sin pena alguna?

Aún es temprano
me parece, que aunque un lirio blanco fuera pisoteado,
el prodigio de la providencia, me regaló dos manos,
me ha donado un poco más de tiempo;
desde mi ventana he podido escuchar al viento llorar,
y divisar un ave nueva que trina, en una apartada rama.

Es plácido el tiempo,
mi alcoba tiene hoy toda la luz del día,
en un rincón, he aprendido el valor del perdón
donde una rosa roja parece morir al descuido.

Busca el carretero sus olvidadas flores
tan despreciadas, tan poco valoradas,
hoy las tomo como una oración,
imploro del vino de mi pequeña vid,
soñé que mañana sería fecunda, pródiga
que ya no habrá un sólo reproche ni queja.

Observo en silencio... la carreta espera
se dio un descanso,
pero nadie la impulsa, se ha quedado quieta,
y desde su abonada alma a pesar de todo,
brotan nuevas y preciosas flores,
que adornarán mi tumba.


Raquel Rueda Bohórquez

OTOÑOS 3

OTOÑOS 3 L2R

El beso de la tarde me encontró
suave, lentamente, una a una mis hojas caían
temprana la brisa lo anunció
cada mañana, cada día...

Llegaban aprisa las primaveras
me sorprendían tomando una rosa
sembrando un clavel...

Los veranos intensos pronto las secaban
mi jardín, estaba distante a ver florecido
pero una a una, nuevamente
las sembré otra vez.

Traté de hurgar entre el estiércol
las mejores orquídeas
a partir de lo que otros no imaginan
las mejores flores nacen a partir de ahí.

Los  abonos van llegando de a poco
un lecho de flores, una sábana de rosas
despacio van cayendo, nos van dejando.

Vi cómo se derrumbó un inmenso roble...
como se partía en dos un gran  árbol cargado de frutos,
era violenta la corriente y parecía adversa.

Como la virgen María quedó como si nada la tocara
volteado su rostro hacia la pequeña casa,
cuando el resto volaba con la brisa fría.

Las hojas de otoño  se acercan... aprisa
sus ocres colores, sus dorados pasos
el viento altanero las mece, las duerme
sobre una canoa que el tiempo no detiene.

Han callado todas... ¡hay un gran silencio!...
nuestro pecho ungido de dolor se siente,
una guitarra nacida de un roble parece que llora,
y un pichón  de mirlo sobre una espiga dorada,
¡parece que canta!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla/12