miércoles, 13 de enero de 2016

CIGARRA/A Silvia Zambrano (33)

CIGARRA/A Silvia Zambrano (33)

Esa voz de cigarra,
La que hacía que el bosque cantara,
¡Se ha secado!, su corazón dejó de gritar
Esos te quiero jamás escuchados.

Hubo una sirena que cantó en su funeral,
Así, con esa voz alargada y llorona
Que juntaba letras de hojas secas
Para ser besadas por el mar.

Cimbreando sobre un pálido lirio estuvo.
No hubo despedida, ¿qué pasa?
¿Por qué razón el mundo y su congoja?
¡Y fueron cerrados sus ojos sin más!...

Dicen que la han visto regresar,
Que una serenata se escucha en la montaña.

Es que la vida es una cigarra,
Que canta más,
¡Si de lágrimas se baña!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/16



YO AMO/A Charles Baudelaire (34)

¿Pues qué es lo que amas, extraordinario extranjero?
-¡Amo las nubes..., las nubes que pasan... allá lejos... las maravillosas nubes!
Charles Baudelaire

YO AMO/A Charles Baudelaire (34)

Amo también,
No el color de tus pestañas,
Sino al pintor que las diseñó para ti
Ese que coloreó de rojo tus cabellos
Y en tus manos enredó una caricia
Que fue consuelo al fin.

Amo el verde intenso
Parecido a una pradera;
Tu boca húmeda y jugosa
Vino caro que la vida me negara.

De ti amo todo,
Hasta esa brisa que respirabas
Tocando de ti la profundidad.

También ese algo que la mueve
Haciéndola crujir entre gajos enamorados,
Como a las nubes grises
Lloviendo cánticos y rayos de libertad.

Y te amo, sin saber por qué;
Ha de ser razón de poetas,
Porque dices lo que pienso
Con letras más bonitas.

Y en esto y aquello
Me parezco un poco a tu tristeza
Junto a esa negra soledad
Que nos habita.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/16




SI MUERE EL AMOR (35)

SI MUERE EL AMOR (35)

Vi morir el día sin desparpajo
Al no ajetrear tus ojos en los míos;
Y en ese correr despavorido
Me quedo en soledad, pensando en otros.

Sentí que mi carne vieja, ardía.
Nada ablandaba ese furor,
Parecía churrasco de toro cebado
Dulcificándose al calor.

Pero es real que muero, nos morimos;
Tú con esa manera de amar tan rara,
Yo, con ésta terquedad de anhelarme predilecta.

¡Pero qué va!, vana tontería, ¡falta de oficio!
¡A bordar, a tejer, a rezar un rosario!
O puede ser, ¡a leer más seguido la biblia!

Cada tanto una aflicción diferente me agita;
¡Que aquí, que para allá, que más al ladito!,
Que me duele la cadera, ¡un poco más arriba!,
Sí, ahí… ¡ahí!, en ese punto tembloroso
Que ni siquiera yo, me atrevo a tocar.

Hay una razón: nos volvemos viejos;
Pero me falta sentir tu alegría
Que vaciada y perdida en mariposas,
Ha desviado cobarde tu mirada,
Para hacerla de mí esquiva.

A veces pienso, que sin un brazo al hombro,
Veo a tanta gente agarrada de la mano,
Pero a ésta altura, me daría risa.

¡Ahora pesa demasiado!, mis huesos están blandos
Una mano acariciando, ¿en dónde?...
Una charla cómplice, nada existe, murió…

¿Para qué seguimos?
Si te vas a matar de felicidad,
¿Para qué entonces me castigas?

¡Corre!, sigue corriendo como un potrillo
En tanto cae ese techo de tu cabeza
Y me deja ver a hurtadillas,
Que los mismos espejos en que nos vimos
Ahora se han quebrado, ¡somos miles de pedazos!;
Se partió el amor con ellos, ¡no vale la pena buscarlo!
Habita fosos hediondos,
Tristes muladares se han cambiado
Por mi exquisita carne.

Mañana, o en un instante;
Seremos sombra de un espanto
Que desea tener, / ¡por cosas raras de la vida!,
Lo que ya no existe…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 13/16