jueves, 14 de enero de 2016

A VECES/A Pablo (30)

A VECES/A Pablo (30)

En esos momentos,
En que nada pensamos
Y el mundo se nos vuelve una cometa;
Nos asimos de esperanzas y sueños,
Y pasa de todo luego, sin ser adivinado.

A veces colgamos enojos para más tarde.
En esos meditares extensos,
Nos volvemos niños creyendo en el mañana;
Pero el mañana no existe, es un ahora,
Es un ya el instante proclamado.

Hay luces, faroles viejos a quienes damos brillo...
Más el tiempo es el óxido que se empeña
Y nos queda el cansancio y la pena.

Siendo espejo de otros,
Deseamos cambiar el mundo;
Más es el mundo quien nos cambia,
Pero el tiempo, es dueño y Señor
De nuestros sueños.

A veces como ahora,
De nada vale tanto correr.
¡Si no dolieran a veces las despedidas!
Pero los veo crecer y se van
 Por esos ideales que desvelan,
Y la verdad se queda herida en una hamaca;
A la vera de una mirada incierta
Con un atoro en la garganta.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 14/16






SALTAR (31)

SALTAR (31)

Esto es vivir,
Saltos grandes y pequeños…

A veces un caminar despacio
Dejando huellas en la arena.

Vivir el segundo sin más,
Alegando sonrisas y cariños,
Es el mensaje del mar
Que saca lo que no sirve,
Y junto al sol, nos hace un guiño.

Saltar de júbilo por el ser,
Sentir que vibramos con el universo;
Que somos arenas ajustándonos en la playa
En un ir y venir con igual destino.

Así, payasito de colores
Que rebota cual balón hacia las nubes,
Se fue un amor
Sin hacer estación en la mirada
Y se quedó en todos,
Pareciendo la luz de un cocuyo.

Y saltó, tenía una sonrisa,
Nadie me la puede robar ahora,
Y con ella diviso en la corriente profunda del mar
Que todo viene y va, como las olas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 14/16





ESPIGAS (32)

ESPIGAS (32)

Esa tarde estaba por ahí,
Viendo sin ver, tocando sin sentir;
Escuchando al carpintero sonar tambores
En medio de un valle con espinas y sonrisas.

Te vi pasar, te escuché cantar;
Lejos, en ese rincón de los mutismos,
En medio de un solar inmenso y reseco
Que inundaba el valle de silbos de perdiz
Y ese bonito sonar del viento
En medio de las hojas.

Vi entonces que el amor era un aroma
Y perfumaba a zorzal en elevada rama.

Se cubrió la tarde de nubes bailadoras…
Parecían danzas de africanas espigadas
Y con trajes de colores, me regalaron su mensaje
Pintando un arco de gamas en el cielo.

No te sentí llegar, hubo sorpresa;
Siempre estabas ahí, parecías un gajo enorme
Aferrando lo tembloroso de mi carne,
¡Y nos vimos!, fueron gotas de lluvia que cayeron
Mojando mis párpados, habitados en tus ojos.

Eran de trigo verde, florecidos de gorriones.
¡Tan hermoso espigaron!, que recuerdo ensenadas,
Caminos viejos bordando sueños con alas gigantes.

¡Nos crecimos, nos volamos un instante!...
¡Éramos águilas, inmensas águilas
Descubriendo el mundo con tanta espiga,
Que lo habíamos olvidado!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 14/16