sábado, 20 de junio de 2020

PANDEMIA 200620

PANDEMIA 200620

En medio de la incertidumbre por un virus y la información que recibimos, ya han muerto varios conocidos, otros están enfermos y entre tanto silencio, la angustia es el grito más elevado, pareciera que todos mueren de lo mismo, y no me detengo a pensar en nada, a veces tenemos dudas, pero se disipan cuando el  mal ha tocado a nuestra puerta. 

Apenas se siente ardor de garganta corremos a preparar los amargos, el limón con jengibre, la aguadepanela caliente, los ajos, cebollas, orégano, sanalotodo, nombres propios o inventados que han llegado desde tiempos viejos a reemplazar muchas medicinas, ¡y funciona!, claro,  si lo hacemos a tiempo y no estamos marcados por el destino,  si no dejamos avanzar el ardor, pero luego cuando nos anuncian de seres queridos en la clínica y los nuestros empiezan a enfermar, un dolor de estómago nos devuelve el amargo tomado, porque la vida es así, también nos transitan escorpiones en el estómago y su veneno destila por los ojos y las lenguas.  También tenemos miedo y es el mismo que nos matará, si no aceptamos que la vida es un sorbo de vino amargo. 

Ayer el gobierno abrió el falso a más incertidumbre, la gente podía salir a comprar basura y y hambrientos de mugre se tiraron a las calles, se abarrotaron en los grandes almacenes y presiento que en unos días la pandemia estará en su pico más alto con deudas a tope y las neveras vacías. 

La gente no aprende ni siquiera del dolor, es como si todos de una o de otra manera quisieran morir. ¿De qué manera se explica que se expongan por un descuento imaginario a poner sus vidas y las de sus familiares en peligro? ¡No lo asimilo!, es como si estuviera  comiendo rocas, lo cierto es que de ésta saldremos muecos, jajaja, sin duda ya tengo un diente flojo y así estarán muchos, pero que salga desdentada, coja, flaca de ésta, pero viva, amo demasiado la vida con toda su hipocresía, con todos los falsos amigos, con toda la porquería y la maldad porque sé que puedo ver gente buena también y que al salir al patio tendré una motivación con las primeras flores abiertas o los primeros brotes de alguna semilla.

La pandemia se irá pronto, pero antes nos dejará una gran lección, sé que muchos ni siquiera se enterarán que sólo somos fichas de un juego y que nuestros huesos volarán entre el polvo de cualquier día sin que podamos reclamarle a Dios nada. 

Quiero vivir muchos años, tal vez siglos, alguna vez vivía sumida en terrible depresión pero este rincón me sanó, aquí fui escuchada, entregué gota a gota mis lágrimas y lo flor sensible que soy a un desierto lleno de cardos, que algún día, estarán llenos de las más hermosas y radiantes primaveras. 

Ayer murió el padre de Sandra, la amiga de mi hijo, ya traía sus malestares, pero su muerte fue por covid, algo muy triste y a la vez muy cercano, pues viven a solo 2 cuadras de nuestra casa, no quería ir al médico porque sentía miedo a las clínicas y prefirió estar ahí al lado de su esposa, cuando ella no lo sintió toser tal vez había pasado un buen rato, estaba frío, helado como la nieve y todo pasó en un parpadeo, su hermana murió hace poco, recién naciendo su bebé le hallaron una masa, sólo lloraba cuando tuvo que soltar a su bebé y aceptar que pronto se iría al balcón del amor. Cada ser tiene una historia y cada historia lleva una carga de mucho dolor, aún así, toca seguir hasta donde toque.

Hoy estoy muy sensible, una persona muy cercana a mi corazón está en la clínica y otros que veía pasar, ir y venir con los mismos afanes de sobrevivir en un mundo caótico donde prima la injusticia, la violencia, la desigualdad, pero toca madrugar, hay que levantarse y volver a rodar por éstos caminos polvorientos, hay que descargar rocas y volver a sonreír con una oración por bandera para rogar por días mejores, y ante todo, por la salud de las personas y seres queridos. Saldremos de esta Dago, Diego, Francisco,  luego nos veremos y nos daremos un gran abrazo, agradeciendo al Creador por la oportunidad de volver a cantar y sentir calor en el pecho, porque la vida es lo más grande y valioso que poseemos. 

La muerte debería ser nada más para el que la desee, ¿pero quién pelea con Dios?



Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 20/20