miércoles, 12 de agosto de 2020

12 08 20

 12 08 20


Han pasado los meses y no se ha sentido el tiempo, iniciando agosto, ¡parece increíble tantos meses de encierro y yo tan tranquila!, me río de las pateperro que pasaban en la calle  y ahora por miedo tienen que estar juiciosas en  la casa.  

Aquí mucho cuidado y ahora empieza el desorden, llegó la novia de mi hijo y éstos arrebatos de los jóvenes no los detiene nadie, y lo cuento por si acaso me traen esa gonorrea de virus, no para echar culpas a nadie, sino porque la arrechera de los jóvenes no la tranca ni un virus mortal, así las cosas, como decía un viejito: ¡me daré unas cuantas patadas por la cabeza!.

Han muerto muchas personas conocidas de mi familia, gente de mi pueblo y de todos los pueblos del mundo, no es para alarmarse, todo el tiempo con virus o sin él, la gente muere, ¿no nacimos acaso para morir?, lo estoy aprendiendo, pero no quiero morir todavía, sino el día que me toque, y si puedo escoger que sea por ahí en unos 30 años cuando ya no pueda ni  mascar el agua y esté rodeada de mis nietos, porque bisnietos, no lo creo, como está la situación en el mundo. 

Pasando a mis hijos ahí vamos, el tiempo cruzó el estero tan veloz que ahora soy abuelita, lo más lindo que me ha pasado en ésta pandemia, alguna razón tuvo el Creador, porque era de las que decía que no quería nietos jajaja, ahora tengo una nietecita y poco puedo verla, ya cumplió  8 meses y la vi crecer por  Internet, pero tampoco me quejo por ello, está preciosa y ya me reconoce, pero salió demasiado hiperactiva como el abuelo Serbio que parece que llevara siempre un volador matasuegra justo en el sol.

De  Verónica, después de sus angustias y lucha por estar fuera del país, gracias a Dios le han salido las cosas y ahora envía fotografías, me escribía todos los días y poco a poco me olvida, porque entre el trabajo, el estudio, y todo lo que tiene por conocer, no le queda mucho tiempo,  es suficiente cuando se pueda y no tenga sueño, soy consciente de que llega cansada, y los padres no podemos ser intensos y acosarlos a toda hora sin dejarlos vivir sus momentos y con la diferencia grande de horarios.

Qué más contaré, que inicié a cultivar orquídeas por pura pasión, y aunque el clima aquí es cálido, veré si se pueden adaptar algunas, aunque sea poquitas, mi hija me regaló varias por mi cumpleaños y ya llevo un buen lotecito, pero algunas llevan sus hojas quemadas, lo bueno es que les vi raíces muy vivas y eso me alienta, tendré que colocarles malla polisombra pues aunque están adentro, siempre les da algo de sol. 

Entre el quehacer en una casa grande con pocos muebles, los perros, mi hijo, las orquídeas, el resto de animales jajaja, el resto de bestias, cuando me doy cuenta ya es de noche. Estoy dejando vacía de muebles mi casa,  pero mi hijo empezó a llenarla de nuevo con chécheres para hacer sus ejercicios, ¡ni modo!, tenernos paciencia mientras puedo adaptar un espacio para la nieta y las orquídeas, ya no necesito estorbos, mi padre siempre nos decía: ¡No se llenen de mugre que eso es esclavitud para las mujeres y después los cacharros ocupan el espacio que ha de ser  para ustedes!, llegué a vieja pero lo aprendí y acepté que él tenía toda la razón.

Llega la noche, una preciosa noche para agradecer al dador de vida por todo lo que aconteció y para rogar por la salud de la gente, pero sin desespero, no sabemos el día ni la hora y no precisamente todos moriremos a causa del virus, el día marcado es con tinta imborrable y bien resaltado, pero que el virus nos deje alguna enseñanza, estábamos viviendo al tope, todo era correr y correr detrás de hacer grandes fortunas sin importar de qué manera, estudiar y estudiar para llegar a casa cansados, con muchos títulos y sin oportunidades, ¿de qué sirve en Colombia  tanto esfuerzo si la vida se nos va pagando cuentas? ¡Pobres jóvenes!, ojalá que la pandemia les enseñe a vivir de manera más simple y ojalá que agarren camino a donde los valoren como seres humanos y tengan las oportunidades que no tuvimos, ojalá volvamos el rostro al campo y las tierras sean para  quien las necesite y las pongan a producir.  


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, 11 08 20



MIEDO

MIEDO


Tenemos miedo a morir

pero no tememos a dañar

miedo a cruzar la esquina

a pisar las hojas secas

y a la lengua de la vecina.


Tenemos miedo al corrupto

pero nos untamos de lo mismo

robamos por igual a otros

y escupimos sus ideales con cinismo.


!Somos frágiles y cobardes!

Tenemos miedo a la traición

y a la espada que se cierne

pero no cambiamos sino de camisa

para buscar entre licores mejor suerte.


Herimos al árbol y le robamos su destino

arrancamos sus flores tiernas

y dejamos su miel cubriendo las rocas

luego reímos ante tal desatino. 


Vamos por ahí como yesca

queriendo encender por nada

y cuando somos llamarada

nos olvidamos de los zapatos viejos

de las canciones y carrangas

que nos juntaron como hermanos.


¡Creí que tendría más suerte!...

Una queja  tras otra y jamás contentos

y en un cofre se guardaba un  amado muerto

quise arrancarme los ojos por no haber llorado

luego pensé: Dios se lo llevó cargado

¿por qué he de llorar si estaba sufriendo?


Ahora, se cierne un peligro mayor

se van unos hoy y otros mañana

es así el círculo de la vida

¿por qué entonces nos preocupamos?


Raquel Rueda Bohórquez

12 08 20