¿EN DÓNDE ESTÁS? (2) LR4
Y te veo pasar con las alas rotas
con los ojos intranquilos,
con ese silencio que se congela
en las bocas que no saben cantar,
carcajadas mil, se roba el día y la noche.
Estás preso entre la sangre
en las navajas que a diario roban la vida,
en seres sin alma, que deambulan sin temor
y creen que nunca morirán.
Te veo con los pies llagados…
¿Hacia dónde vas?... no te alejes
porque si marchas, ¿en dónde me esconderé?
En un rincón, en un resquicio de la puerta
abierta para ti, con encendidos ojos
y la boca sedienta de amor.
Estás en la gota de rocío sobre una hoja seca
vamos por el mismo camino de la vida, estando muertos
nuestros corazones parecen troncos secos,
reímos a carcajadas, ¡qué idiota!, me han dicho
muchos repetirán sus palabras: ¡pobre tonto!
sólo es un bicho raro que dice tonterías…
Te veo de nuevo, con una carga tan pesada
más de lo que puedes cargar,
y un látigo a tu espalda, sobre las mismas llagas abiertas
no puedes renegar, ni gritar, ni clamar justicia.
Niño de ojos tristes, ¿quién arruinó tu vida?
¿Quién a escondidas te manoseó?
Han robado la miel de la flor más tierna,
y es ahí donde te escondes de nuevo
es cada segundo tu crucifixión.
Te afliges y lloras,
la luna ensangrentada está
dicen que vendrán ríos púrpura
de todos los que se han ido,
que correremos hacia los cerros
más ellos, habrán marchado entre dragones de metal
y sólo hallaremos vacío,
que se llenará con nuestros huesos.
Pero él sigue ahí, esperando…
¿Cambiarán?, pero sigue llorando
hay pena por su propia obra,
quise que fueran diferentes
pero esa diferencia los exterminará.
Una plaga de odio inundó sus almas
mientras los ancianos doblan las rodillas
sus pecados internos les consumen,
una mano señala mientras los dedos se curvan
eres un demonio, una prostituta,
eres lo peor de lo peor…
Pero se enoja el cielo… ¿quién eres tú acaso?
quítate las sandalias y sacúdelas
no te atrevas, nadie conoce más al hombre que yo
si al juzgar no has tomado la balanza,
mejor huye, pues el fuego te alcanzará.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 17/14

con los ojos intranquilos,
con ese silencio que se congela
en las bocas que no saben cantar,
carcajadas mil, se roba el día y la noche.
Estás preso entre la sangre
en las navajas que a diario roban la vida,
en seres sin alma, que deambulan sin temor
y creen que nunca morirán.
Te veo con los pies llagados…
¿Hacia dónde vas?... no te alejes
porque si marchas, ¿en dónde me esconderé?
En un rincón, en un resquicio de la puerta
abierta para ti, con encendidos ojos
y la boca sedienta de amor.
Estás en la gota de rocío sobre una hoja seca
vamos por el mismo camino de la vida, estando muertos
nuestros corazones parecen troncos secos,
reímos a carcajadas, ¡qué idiota!, me han dicho
muchos repetirán sus palabras: ¡pobre tonto!
sólo es un bicho raro que dice tonterías…
Te veo de nuevo, con una carga tan pesada
más de lo que puedes cargar,
y un látigo a tu espalda, sobre las mismas llagas abiertas
no puedes renegar, ni gritar, ni clamar justicia.
Niño de ojos tristes, ¿quién arruinó tu vida?
¿Quién a escondidas te manoseó?
Han robado la miel de la flor más tierna,
y es ahí donde te escondes de nuevo
es cada segundo tu crucifixión.
Te afliges y lloras,
la luna ensangrentada está
dicen que vendrán ríos púrpura
de todos los que se han ido,
que correremos hacia los cerros
más ellos, habrán marchado entre dragones de metal
y sólo hallaremos vacío,
que se llenará con nuestros huesos.
Pero él sigue ahí, esperando…
¿Cambiarán?, pero sigue llorando
hay pena por su propia obra,
quise que fueran diferentes
pero esa diferencia los exterminará.
Una plaga de odio inundó sus almas
mientras los ancianos doblan las rodillas
sus pecados internos les consumen,
una mano señala mientras los dedos se curvan
eres un demonio, una prostituta,
eres lo peor de lo peor…
Pero se enoja el cielo… ¿quién eres tú acaso?
quítate las sandalias y sacúdelas
no te atrevas, nadie conoce más al hombre que yo
si al juzgar no has tomado la balanza,
mejor huye, pues el fuego te alcanzará.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 17/14

Una balanza, cada día lo vemos con nuestros ojos, la justa medida de su amor.