jueves, 25 de marzo de 2021

NOS JUNTÒ EL SOL

 NOS JUNTÓ EL SOL

Tan solo sentí ese apremio de calor, como si un ave intentara volar dentro de mí, y sucedió que estaba viendo a tus ojos en un instante y no quise abrir mis alas, ni siquiera intenté volar más lejos; me bastaba con saber que me veías y fue suficiente con soñar que me amabas, y me junté contigo con las plumas del alma. ¿Qué otro vuelo me puede importar más que el de tu amor?
Soñarte en cada poema; te convierto en el alcatraz que dirige a una bandada, ave azul a quien imploro el calor de su corazón dulce, poeta al fin, que en vez de espadas dispara ricas palabras, diría miel de angelita desde el panal de tu corazón, que puedo sorber despacio, imaginando son cucharadas de sol para compartir entre los dos.
El frío del bosque, coquetea la luna entre los gajos secos de un árbol perdido, besado tan solo por la aurora, sin lastimar sus hojas, ni dañar sus lirios, es el paisaje más perfecto si es a tu lado.
Junté el río con el mar imaginando éramos los dos, desbocó el aguacero y cada gota era una corona para un ruiseñor; besitos iban y venían sobre mi tejado, nos liamos, nos abrazamos, nos juntamos en letras que nos volvieron girasoles virando al sol.
Amor mío, la hermosura de tu voz llena de campanas mi estómago, semejas un buey tranquilo en la espesura de su propio bosque interior, diviso huellas de heridas que pasaron, son las mismas tuyas en otro camino y vereda por donde no vagaron mis pies, ni mis sueños.

Bordea tu ensenada un lago tranquilo, gaviotas van y vienen a tu solaz, reposan en tu ventana abierta, tus ojos míos y amados, noche perpetua estrellada, a donde cada día dejamos los afanes para amarnos, siendo palomas en el alar de las fantasías, esperando de la providencia un poco de verdad para acariciarnos y consolar nuestras almas.
Así te veo cada día, te siento en cada letra, a pesar de creer que le pertenecemos a otros, el viento atrae lo verde de las hojas, la savia de tu boca se junta con mi lengua, nos volvemos ovillo en el universo y nos dejamos girar por él, como parte de éste planeta tan divino.
¿Te veré alguna vez?... ¡No lo sé!, tan solo adivino el parpadeo de un águila, la sombra de sus alas inmensas y oscuras, un suspiro te lleva, una rosa en éste crudo invierno que nos encontró amándonos sin pedir más.
Tranquilidad y reposo, no hay afán, si nos juntó el sol, su gracia ha de tener, y doblo el cuello para que seas en medio de mi llano, el oasis perdido y la quimera encontrada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 19/15

ESE DÌA

 

ESE DÌA

 

Un día iré descalza por valles

no sentiré miedo a las espinas,

ni a las esquirlas filosas,

ni a los dientes grandes,

ni a las manos negras

en las noches...

 

Estaré sobre la roca más alta

bañada de añil,

forjada en nubes blancas...

 

Un día, hablaré con el colibrí

y con el puma sagrado,

juntos, abrazados entre los prados.

 

Ahí sentiré la brisa helada

cargando nubarrones

hacia otras veredas,

en donde pasta el venado,

y su cervatillo no tiene afanes,

 ni parece asustado.


Beberemos vino del manantial

cerca de la serpiente y el caimán

sin temor a dormir,

 pues todo será un despertar.

 

No habrá religión,

ni peso sobre las espaldas,

ni mano sobre la boca,

ni filo entre las piernas,

pues el amor ha llegado

entre la primavera,


y nos ha cubierto de pétalos,

nos ha bendecido con sus aromas

y los cánticos de los pájaros.

 

Un día que será tan pronto

como un parpadeo,

me verás,

murmurarás mi nombre al oído

y estaré atenta

a ese ruido imperceptible

de la hoja que cae,

y la nueva promesa

que surge espontánea

en el mismo gajo…

 

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla 24 03 21