viernes, 19 de julio de 2013

LA BARCA [87]


LA BARCA [87]

Se fue la barca con muchos sueños dentro de ella, es una mala costumbre  siempre hablar de sueños... tal vez ni eso exista, y seamos una película en negro y blanco.
Puede ser que ni la vida exista, y estemos dormidos soñando que vivimos.

Me gusta sentir a mis cachorros sobre mis pies, cada uno busca un espacio de tibieza,  sus pequeños corazones se abandonan ahí, como diciendo: -¡No te asustes, aquí estamos para protegerte, no te irás a ningún sitio sin nosotros, daremos nuestra vida por la tuya!

En medio de todo, quiero descansar un rato, unos vienen y van como las olas, parecen almas tristes que vagan por entre las aguas y se elevan, para desaparecer besando la playa. Otros marchan para siempre ante nuestra mirada impotente, porque la vida no es nuestra, es de ese viejo loco de barbas largas que pintan en los libros, o tal vez le pertenezca a la fuerza del mar, al bullicio de la brisa, y esas voces sean las de miles que se han ido antes que nosotros.

Y no me entretengo en eso, dejo que mi viejo loco me hable, lo dejo escribir, permito  que marche la barca con todos, y que se estrelle un poco más adelante con los Curujúes y se los coman los tiburones, al fin descansarán de esa carrera loca que a ningún sitio conduce, y a ratos, nos eleva como palmeras mecidas por la brisa, cantando leves melodías a los amantes, que van de paso entre sus ramas.

Me voy a dormir, espero que llegues a mi orilla cuando cierre los ojos, deseo que abras los brazos y nos elevemos por encima de todo, ¡y volemos tanto!, que terminemos enredados en nuestras alas y  anidemos en cualquier balcón, enamorados.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13  

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