viernes, 19 de julio de 2013

ESTRELLA [82]

ESTRELLA [82]

Veo a lo lejos una sombra tuya,
se diluye con la luz de mi pantalla
y despierta ante un toque de mis dedos.

Te veo perdido,
cantas con las gaviotas
entre cerros de traje verde
y mariposas de colores.

Lejano y  presente entre mis manos
ya que al volar mi pensamiento,
en un instante regresas
para habitar mi corazón,
cual esmeralda entre las rocas del llano.

Tu luna y sol bañados de ambrosía
son  los mismos que vuelven tibia la carne,
y al buscarte entre las estrellas,
tal vez observas,
que la mía es la más brillante.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13

AMOR [83]

AMOR  [83]

Amor bello,
si supieras lo que me inspiras
cuando te observo sobre las rocas
viendo volar las gaviotas,
y yo aquí, con tanta sed de amor.

No te desperdicies cariño
que no vale la pena…

Eres sueño de amores a la distancia,
en cambio al contemplar  la luna
también descubro en ella tus ojos.

Estás tan cerca de mí,
que te siento
en ésta línea invisible del alma,
que nos reúne por el mismo tiempo.

Sí a ti... ¡a ti!...
No eres de esos amores inventados,
sino éste amor
que nos hace mirar hacia el mismo horizonte
para reencontrarnos cada día
con la magia de la poesía del sol
sobre las montañas.

Raquel  Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13

CREO [84]

CREO  [84]

Creo en la mirada de mi vecino,
en las hojas ocres de mi pequeño árbol,
en los ojos de mis perritos
cuando regreso a casa.

En el anciano que llevaba una carreta de madera
con naranjas que mi madre compraba,
pero hace mucho, hace un rato no lo veo,
estoy segura de que él también creía
que regresaría mañana.

Creo que mi hermano estará mejor y tendrá otro día,
y creo en éste instante, el que estoy viviendo,
en éste corazón que parece un campanario viejo,
pero que tiembla y se agita,
si tus ojos por aquí presiento.

Creo que soy algo loca,
pero sin locura no habría nada,
ni sueños, ni versos,
ni creerme amada.

Que debemos serlo,
pues la vida es un loco,
un demente que se agita
en éste traje prestado...

Raquel Rueda Bohórquez 

19 7 13 

VIENDO A TU SOL [85]


VIENDO A TU SOL [85]

Estaba impaciente por una mirada tuya, ¿será que te has dado cuenta que mi alma vuela a ritmo acelerado, porque el tiempo se agota en mi portal?

¡Te he mirado tantas veces!,  he leído cada una de tus letras, he visto cómo las gaviotas hablan contigo cada atardecer, sobre las rocas una y otra vez, a tientas con tus manos bien abiertas y llenas de ricuras para ellas, te paseas, detallando cada brillo del sol, y lo tomas en tus manos,  te llenas de esa luz necesaria, buscando lo mismo que yo.

Es el amor tan misterioso, que penetra por el lado más oscuro, para quedarse viendo estrellas en los ojos y formando misterios en los dedos.

Te veo de allá, para otro poco correr y perseguir una luna que se aleja entre el ruido de la noche, y se oculta en los amaneceres, y te descubro, si crees verla aparecer de nuevo, de señora galana, adornada de luceros.

Espero me veas ahí, como lo hago cada día. Descubro un artesano escondido entre tus manos, y un hombre que se desnuda bajo la lluvia, para abrazar esa estrella que se parece a mí.

¡Qué bello eres!  Te escogí porque siento un impulso incorregible de contar lo que mi corazón siente, a través de las palabras.

Tienes una boca que invita a tomar vino y emborracharme en ella, tienes una piel donde el sol se acostumbró, y tienes… ¡oh amor!, tienes ese encanto que a toda mujer enamora, ese aire de niño grande y silencioso que se esconde tras las olas, para buscar un detalle entre las ostras y abrir los brazos para volar, como también deseo hacerlo, pero junto a ti.

¿Y acaso importa lo que el mundo diga?... 
¿He vivido acaso, la vida de otros?

Ya no hay caso, quiero un pedazo de estrella, al menos un poco de su brillo entre mis manos, y que ese brillo esté tan cerca de tu sol como del mío.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 17/13  

TU VENTANA [86]


TU VENTANA [86]

He visto hacia tu ventana, una y otra vez,
pero tus ojos se extasían
en las marionetas de la noche.

Vagan hacia otros campos abiertos
hacia otros lares, en tanto bajo la mirada
y me entristezco un poco.

De nuevo tomo impulso:
Me levanto, y un lucero en veloz carrera...

Te veo con esa mirada extraña, embelesado…
Deseo tocar esa estrella que te invita
y cuando presiento que es mía... ¡te alejas!

Dejo una roca en el camino con mis versos,
me entretengo de nuevo con las mariposas
y busco las azules que se fueron contigo,
las que madrugaron a llevarte de la mano
sobre una inmensidad, donde los colores brillan
y la muerte, es un caballo de traje blanco.

Es mi hoy, son mis segundos... es mi ahora,
y acepto que todo pasa por algo.

Dejaste una huella sombría en mi corazón,
pero ante la ausencia de dolor en otros,
un brillo nuevo traen las luciérnagas.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13  

LA BARCA [87]


LA BARCA [87]

Se fue la barca con muchos sueños dentro de ella, es una mala costumbre  siempre hablar de sueños... tal vez ni eso exista, y seamos una película en negro y blanco.
Puede ser que ni la vida exista, y estemos dormidos soñando que vivimos.

Me gusta sentir a mis cachorros sobre mis pies, cada uno busca un espacio de tibieza,  sus pequeños corazones se abandonan ahí, como diciendo: -¡No te asustes, aquí estamos para protegerte, no te irás a ningún sitio sin nosotros, daremos nuestra vida por la tuya!

En medio de todo, quiero descansar un rato, unos vienen y van como las olas, parecen almas tristes que vagan por entre las aguas y se elevan, para desaparecer besando la playa. Otros marchan para siempre ante nuestra mirada impotente, porque la vida no es nuestra, es de ese viejo loco de barbas largas que pintan en los libros, o tal vez le pertenezca a la fuerza del mar, al bullicio de la brisa, y esas voces sean las de miles que se han ido antes que nosotros.

Y no me entretengo en eso, dejo que mi viejo loco me hable, lo dejo escribir, permito  que marche la barca con todos, y que se estrelle un poco más adelante con los Curujúes y se los coman los tiburones, al fin descansarán de esa carrera loca que a ningún sitio conduce, y a ratos, nos eleva como palmeras mecidas por la brisa, cantando leves melodías a los amantes, que van de paso entre sus ramas.

Me voy a dormir, espero que llegues a mi orilla cuando cierre los ojos, deseo que abras los brazos y nos elevemos por encima de todo, ¡y volemos tanto!, que terminemos enredados en nuestras alas y  anidemos en cualquier balcón, enamorados.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 17/13  

ANOCHE [88]

 ANOCHE [88]

Anoche sentí que tu alma
compuso una sinfonía con la mía.

En una carrera loca de oficios
despertaba viendo a tus ojos,
quería tomar tus manos
pero siempre te alejabas.

Al fin, una fuerza extraña unió las líneas del alma,
pude acercarme y pegarme de tu piel,
y con ese impulso incontenible del amor
te dije al oído: Te quiero...

Tu respuesta fue el silencio,
un eterno silencio
que se quedó prendido de mis labios.

Pero desperté, 
y volví a mi triste realidad.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13 

CON EL TIEMPO [89]

CON EL TIEMPO [89]

Sabrás con el tiempo,
quién era la que te amaba,
que tanto furor y signos serían una eterna pregunta
y que entre los bosquejos que dejó la poca alegría
se quedaron también los diseños de mi boca.

Ya no hay atajo para amarte...
¿A quién crees que pediré permiso?,
a mi corazón nada más, y él es quien manda
tal vez ni  pueda contenerlo cuando estés aquí.

La isla solitaria espera en el mismo sitio.
No se ha mudado a ninguna parte,
y  estoy aquí, despojada de mentira y falsedad
para decirte que otro ha ocupado tu lugar.

Me río un poco,
entre letras podemos amarnos,
nos enredamos y nos desenredamos,
nos atoramos y salimos por la misma puerta.

Lo cierto, es que aunque creas que te aman demasiado,
ese amor se pierde entre los gritos lastimeros
que escucho a la distancia.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13  

EL RESPLANDOR [90]

EL RESPLANDOR [90]

La belleza no se puede describir con palabras, lo de afuera es como el brillo de un diamante, pero es de su interior de donde brota esa luminosidad que la hace ser, lo que muestra al exterior.

El resplandor de una persona está en sus buenas acciones, es su real belleza, porque finalmente, lo que vemos como bello, es un traje que sirve de cofre a lo invisible, y es aquello que no podemos ver, lo que nos permite soñar que existimos al  respirar, pues sin aire no somos ni belleza ni fealdad, ni hoja seca que se pierde entre las aguas de un lodazal.

Nos engañamos en la belleza de una flor, pero su magia no está en lo que podemos ver, sino en lo que no es visible, su perfume, el alma que se esparce suavemente, hasta desaparecer.

Vivimos gracias al aire, a la brisa fresca que nos besa y  acaricia, pero no es la brisa en sí es la  magia que la convierte en hálito de vida que alienta nuestros pulmones, y que impulsa la maquinaria de nuestro ser, para que exista y palpite, y el milagro de lo invisible es lo que nos permite creer en Dios, ese sentir es el alma misma convertida en aliento, pues sabemos que está ahí, pero no la podemos ver ni tocar, pero su magia es infinita, es sonido y cantar bajo la lluvia, es intensidad, fuerza, luminosidad de rayo sobre las montañas y gemido fuerte de las olas que danzan hasta morir felices en la playa, para repetirse una y mil veces en el mismo sueño…

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 18/13    

QUISIERA [91]


QUISIERA [91]

De nuevo quisiera recobrar el tiempo
pero es invencible y arrogante,
nos despoja de lo amado,
y cual dragón de fuego nos consume.

Deja que suba el humo por tu chimenea,
déjame tomar las flores de tu pecho, una vez más.

Mi boca no es tan pequeña para amarte,
pero es más grande,  
la fuerza de mi corazón.

Quisiera ser entre tus dedos la palma
las líneas que dibujan tu destino junto a mí.

Una rosa blanca suspira entre mis manos,
me desvanezco una vez más,
sin saber por qué.

¡Qué delirio siento al recordarte!
¡Qué necia pasión me inspiran tus ojos!
Alocados pensamientos me desnudan,
me convierten en la mandarina dulce
que nunca probarás.

Y entre las hojas secas,
las violetas de a poco se destiñen y se van.
Con ese aliento perfumado se deslizan,
Son gotas de rocío temblorosas
que bajan grises por mi boca
y mueren con sabor a mar.

Quisiera amor, repetirme en el ayer
pero has marchado tan lejos
que no sé si volverás...

Se han ido las gaviotas en su vuelo,
han viajado junto a las golondrinas
en una barca de colores encendidos,
y entre ópalos de sol bajo la lluvia
diviso a unas pocas regresar.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13  

ESPERA [92]


ESPERA [92]

Espera tras la puerta imaginaria
donde mis locas fantasías te corrompen a besos.

Espera que no esté mi piel añeja de adorarte
ni de mirar la luna en el espejo.

¡Espera!,  tengo la mirada limpia y transparente
no tiene cabida el cofre de mi alma para otros
ni tienen mis labios besos más deseados,
ni mis pechos apetecen otras manos,
ni la selva silenciosa aguarda otra cascada.

¡Espera!...
Sentiré tu fragancia al llegar a mi lecho.
Púrpuras sábanas y sendas flores deshojadas,
riegos que se han convertido en enmudecidas perlas
aguardan en jarrón de cristal, que no has tocado.

Espera que un cobertor cubra mi pecho
que mi rostro esté como el mármol,
y al saber de lo tanto que te he amado
regarás silencioso las violetas
que aguardan impacientes sobre mi almohada.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13 



VELERO [93]

VELERO [93]

Navío que cruzas el mar y te lo llevas:
Alcánzame en la tarde la estrella primera,
ahí sus ojos verdes se esconden
bajo una nutrida selva en el cielo.

Ancla tu corazón en el mío
al llegar a ese paraje solitario.
Leva tus sentimientos
hacia mi barca de madera
que cruza de nuevo
al sonar del viento.

No se la razón del huracán
ni conozco el motivo del rayo,
ni las bombas, ni los truenos,
ni los venenos y dagas
ni el viaje acelerado de mi niño cantor.

Sólo sé que mi barca se mueve lentamente,
que pretende alcanzar a esa nave lejana...

Que mis manos se cansan y se agotan
al ver cruzar en la mar a tu velero
llevando entre sus remos a mi amor.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13 






EN SILENCIO [94]


EN SILENCIO [94]

Bajo las aguas,
inundada de tu amor,
quieta la mirada 
ya no me hiere el sol.

Enmudecida mi boca,
tomadas mis manos,
busco a mi cometa perdida
en ese cielo lejano.

Una flor es un ave
que esperaba mi silencio.

Trina sobre una rama
de alegría y contento.

Viajo, no estoy aquí,
mi vida es del viento
mi corazón es de plata,
se volvió cabellera de luna.

Soy  del brillo de la primera estrella,
del ocaso cuando el sol muda de colores.

Soy del mar y sus salobres aguas
curtidas y salvajes.

Soy del monte y del tambor
que escucha del corazón sus quejas.

Ya no hay dolor...
¿Acaso existió alguna vez?

Ha vomitado el mar los desperdicios
y  me quedo aquí,
soy abono para su lecho
donde anidarán payasitos,
y canturrearán versos al silencio
las caracolas marinas.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13  



DANZANDO [95]


DANZANDO [95]

Soñar ser una gaviota entre tus brazos.
Eres el mar azul celeste, turbio…

Eres las olas gigantes
que me toman y desnudan.

Eres la roca fuerte
donde el sol se ensaña en verano
y se enamora en invierno.

Quiero ser el águila de tu montaña
cobijarme entre tu pecho
paciente y temblorosa…,
y que seas el verdugo de mis llagas
con tu amor  para siempre.

Ser un vencejo,
estar en tu nicho en las alturas.

Descubrir el deshoje de tus ramas fuertes
y en tu tronco,
convertirme en cigarra llorona
para que nunca más te alejes.

Danzar por ti y para ti,
en éste último sueño.

Luego después de ahora,
se van las estaciones y se renuevan,
y a mí, ¿cuál me queda?

Serás primavera,
aunque verano;
y aunque invierno
en mis ojos eterno:

Árbol fuerte al que me abrace al fin,
si el último telón se abre
y mi frágil danza te conmueve.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13  

BAJO EL MAR [96]


BAJO EL MAR [96]

Quise viajar por mi caracola
adornada de brillantes sedas
y nácar de colores,
escondida entre los corales
de tu corazón.

Cerré mis ojos al fin
cuando mi ola apareció;
noble y gigante,
me arropó con su traje de seda.

Con paciencia infinita dejé de luchar,
y me abandoné...

Miles de colores
entre el rojo encendido.
Vinieron los azules y aguamarinas
enredados en verdes,
fue un iris
explotando en mi vientre
cual tu semen.

Soy una hoja mecida por un huracán interno.
Me dejé llevar…
Tus brazos eran sedas en el viento:
Extendidas...
Alargadas...

Fueron tintes de mágicos destellos
que me abrazaban toda
y me vencían...
Abiertos los ojos,
nadie los pudo cerrar...

Un arrume de plácidas cometas,
 un fulgor brillante más allá...

No era yo;
era una lluvia de cometas  encendidas
esa extraña sensación de alma…

Pero a lo lejos me veía
con el rostro pálido como un cirio,
y dos perlas perdidas
buscándote bajo el mar.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13 



MIS FLORES [97]

MIS FLORES [97]

Regresé a buscar mis flores, pero ellas estaban ocultas entre un gran follaje. El verde era el ganador de la batalla, el azul le rendía tributos a la tierra, en medio de compases de lluvia y silencios de lagunas claras.

Escuché a los mirlos, se repetían el mismo verso siempre, y ella respondía con mágica dulzura, componiendo rosarios entre los nidos, que poco a poco tenían alas y entre ellas volaban, y a través de ellas descubrían el universo ante sus ojos.

Recordé a Hilda, a mis tías... A todas las que recogieron abundancias de colores, en medio de cánticos y olores a hierbabuena, y otras que perdieron la razón de ser en éste mundo, porque un látigo, una pena, el hambre acostumbrada en nuestros cuerpos nos hacía reventar en llanto y componer versos de aguardiente, entre los endurecidos muros de cemento de las ciudades.

Busqué mis flores rojas, pero se volvieron violetas, corrí por un camino de piedra a buscar aquéllas mínimas orquídeas de colores, un ropaje blanco se extendía, semejaban muertos azahares bajo la lluvia.

¡Qué triste estoy!...

Han de estar felices, lo sé... /repite Dora María cada instante con su don de vidente. Ella dice que todos están en otra casa, inmensa y clara, con jardines húmedos donde nunca falta el riego y las mariposas nunca mueren, ni preparan cárceles.

El depredador es amigo de todos y se nutre de frutas frescas que caen de frondosos árboles.

Y cuando abandono el recinto de mis letras, un olor inconfundible: ¡Mis flores!... su aliento tocándome, parezco un piano, la voz brota de ese muerto instrumento, pero  se hace vivo ante los dedos del poeta, y entonces, sé que nunca morirán, estarán aquí, hasta que ese final hálito de vida me acompañe.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 19/13 

RECUERDOS 20 07 59 [98]


RECUERDOS 20 07 59 [98]

De ese día,
recuerdo un frío extraño
arropado en sábanas de lana.

Mi casa era mínima,
más pequeña que un punto en el universo.

Mis padres enloquecidos
se decían cosas al oído, se besaban.
Y entre caricias y gotas de rocío,
inicié veloz carrera hacia ese nido
que parecía más bien,
un lago tibio y sosegado.

Cumple mi Princesa a la vez conmigo,
yo, la promesa de amarla por siempre
aferrada de su hilo de carne suya y mía.

Desprendida de un lazo
que me unió a su tibia montaña
bajé aprisa, quería saberlo todo,
conocer los colores que la vida me mostraba.

Todos se sorprendían
pues sin saber hablar los conocía…

El rojo, el púrpura, el verde, el azul,
el pulsó /que para mí era un rojo encendido
cual  violetas en los labios,
si enmudecen para siempre
y los verdes, tan entrañables
eran los ojos de mi madre.

Con ella aprendí que nacía cada día,
un 20 de julio sería inolvidable.
Me negaba a darlo a conocer,
pero una amiga me ha dicho:

Tienes derecho a vivir
el tiempo que Dios te regale,
es un premio cada segundo.

¿Qué importa un número?
Todos somos menos que un punto.

Toda  poesía que nace,
cada niño que corretea por entre las aguas,
y se baña bajo una cascada,
ha de ser contado como una hoja
que del árbol de la vida brota
y luego, mansamente cae.

En un rato será mi día,
pero dije que sería hoy,
el más importante de todos.

Mi tiempo regalado,
un tiempo extra, pasé de los 50,
y quien logra dar ese salto
donado por la providencia,
es porque su misión no ha terminado.

Se fue mi niño feliz
cuando menos esperábamos.
Se desprendió mi madre de éste paraíso
para buscar en lo alto la paz,
junto al sol añorado por sus ojos.

Ahora estoy aquí…
¡No sé a dónde ir!

Doblo el cuello ante tu amor
para agradecerte amado Jefe, por mis viejos,
por todos los detalles convertidos en hermanos
que me regalas cada segundo,
para que mi vida sea algo más
que una sombra pasajera
menos que un punto en el universo.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla julio 20/13