MI
NOMBRE [114]
No
importa mi nombre,
les
contaré que algún día tuve hambre,
soñé
que era una garza blanca
con
falda de satén y seda;
que
mis zapatillas se elevaban
una
y otra vez, y volaba por el aire
mientras
un tipo de cabello rizado me observaba.
No
sé lo que sentí el primer día,
sensación
extraña, inquietud,
el
corazón danzaba
parecía
gotas de rocío sobre las flores.
Detallé
ante un espejo mis ojos,
parecían
los de tórtola herida,
mis
manos temblaban
y
calaban los huesos el frío...
Ve...
¡desnúdate...! ¡Empieza la función!
Sus
miradas son arrogantes,
olores
a veneno y polvo blanco que toman como
vino,
bocas
son hienas en espera de su presa pequeña...
¡No
tiembles!...
¡No
te arrugues que a esto has venido!...
¿Soñaste
acaso con ser la dueña del arado y del trigo?
¿Creías
que eras la más bella de todas,
y
por tal motivo brillarías más que otras?
¡Danza
sobre la varilla de acero!
Que
todos vean tu trasero bien dispuesto,
que
detallen tu figura de guitarra
enflaquecida
por el miedo.
¡Danza!,
eres la garza que soñabas
el
gorrión que buscaba abrigo bajo un pinar
sintiendo
los labios de tu primer amor
descansado
sobre tu regazo...
Y
en el día,
si
todo ha pasado,
toma
un poco de mi veneno
y
duerme un momento,
muere
un instante,
pronto
llegará la noche
y
tus ojos se abrirán
para
que seas parte inocente
de
sus ruines carcajadas.
No
grites que tus gritos son bofetadas
en
tanto negocian con tu piel
y
tus ideales se los roba el viento,
junto
a tu belleza que declina
como
el sol en la tarde.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 15/13
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