PERFUMES
EN EL VIENTO [114]
Cierro
los ojos, el fuego se enciende,
descubrimos
nuestra lámpara un instante,
para
retornar el silencio…
Los
sonidos,
la
voz de la piel entregada a la madera,
los
cabellos enredados,
el
rostro teñido de colores,
los
labios que aprendieron a besar
viendo
a los niños cantores…
Arregla
un poco la mirada,
percibe
todo lo que llega,
suspira,
aspira,
parpadea…
Dame
tu mano y siente la suavidad de la piel,
desnudo,
¡así!,
sin
más arrogancia que el bosque,
sin
más sufrimiento que los mirlos cantando,
sin
más dolor que los brotes púrpura,
sin
más espinas y dagas
que
el amor de Dios.
No
te alejes tanto que no me descubras.
Palpitamos
como tu corazón,
vemos
con tus ojos,
amamos
la existencia y a nuestra madre tierra.
Ahora
parecieran cánticos ausentes,
retornarán
las brisas con todos los jazmines
impregnados
con aromas de pinos silvestres,
llenos
de hojas verdes y enormes árboles
retornarán
los niños que se fueron
y
se repoblará la tierra.
No
te alejes tanto que no sientas el aroma,
no
te escondas demasiado
que
no adivines su gracia.
La
luz de las estrellas no ciega,
la
misma luna colgada de tu ventana,
el
mismo amor como un ruego
si
se doblan las rodillas
y
el verbo se conjuga entre las ramas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
octubre 4/13
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