POR MIS TETAS [17]
A pesar de todo, ¡mi día es bendito!,
con mi cáncer comprendí que no vale la pena guardar odios, pero ahí están, poco
a poco se deslíen como el hielo ante el calor de una mano.
¡Qué buenos amigos he tenido!, ¡me
lamento a veces!, ¿quién no?, soy un pequeño ser humano, una pálida persona a
ratos, pero demasiado sensible para estar en este mundo tantas veces cruel, que
no sabe domar su lengua, para que hable lo bello de su espíritu.
Cuando caminé por ahí y sentí que
muchos niños se iban, que una joven mujer esposa de un ingeniero amigo
duró tan solo 3 meses con lo mismo que yo tenía, me di cuenta que no importaba
una teta, ni siquiera un pedazo menos, bastaba con saber que tenía un segundo
más de vida, y que esos segundos se han multiplicado por mil, que sentí la
necesidad de sentarme un rato, así me decía mi madre: “deje esa inquietud y
haga lo que más ama, escriba su poesía y olvídese del mundo que la censura y
castiga”, y en verdad, soy una oveja obediente, por mi vicio dejé de pasear con
ella algunos días, pero por mi vicio, ella vino a casa y nos conmovimos en un
abrazo, ante un poema suyo y mío.
Basta con saber que existo, que Dios
me ha regalado otra oportunidad, y que no importa cuán crueles hayan sido
quienes me debieron amar, lo grande es que un resplandor venido de afuera,
llena mi pared cada día de pequeñas frases, ¿por qué a mí?, ¡tan oveja gris!,
pero Él me sonríe y levanta, ahora mismo casi que me besa, su mano derecha
acaricia mi espalda, y un frío de amor recorre mi espina dorsal.
Por mis hermosas tetas, mis pequeñas que ayer
fueron grandes, por sus heridas y las de otras mujeres que no tuvieron mi suerte,
doy gracias al Creador, porque supo perdonar la depresión en la que estaba
sumida, me sentía como un escarabajo en un frasco, no sabía qué me sucedía,
pero su amor tan infinito, me permitió salir de ahí, y demostrar que a pesar de
tanto desprecio recibido, Él me tocaba, y caminaba conmigo en esos días en que
me veía sin cabello, calva como el mar, con un gorrito de colores que
jamás usé, porque providencia estaba en mi camino, y mi droga confundida se
perdió, no era para mí, debí tomar pastillas, esa droga tardó mucho, y ésta
demora estoy segura, me tiene aquí, viéndome al espejo, queriendo mostrar al
mundo que a pesar de todo, valgo mucho más que un par de tetas, aunque con
gusto las mostraría, porque me parecen hasta hermosas sus heridas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 23/15
No hay comentarios:
Publicar un comentario