jueves, 3 de septiembre de 2015

NIÑOS DE LA GUERRA [66]


NIÑOS DE LA GUERRA [66]

Su cruz fue nacer en éste tiempo, pero desde que recuerdo, el tiempo del hombre ha sido un sembrado de odio y guerra, unos esperan la luz de otro día, el resto huye, queda mojado en una playa boca abajo, besando a la madre que lo vio nacer, quien también lo tomó en sus brazos al morir.

Están mojados los ojos, ¿quién seca al fin la maldad?, ¿hacia dónde corren los niños ahora? ¡Que no sea responsable de sus pies descalzos, que no tenga un ápice de culpa en ese estómago que grita hambres, que no comulgue lápidas, porque de esas hemos sembrado siempre, esas florecen en vez de campos verdes, en vez de trigales y sueños.

Que no sea mi estómago la propia tumba de mi hijo, ¿qué le diría a la tarde, si pienso que tal vez ahora estuviera secando mis lágrimas?, que estuviera pegada de un abrazo a su pecho, ¿cuántos años tendría ahora?, ¡jamás!, todo niño debe nacer, es tiempo de amor, pero ahora huyen de nosotros mismos.

¡No madre!, ¡no lo hagas!, quiero estar ahí cuando necesites de mi mano para caminar y anheles de mí un fuerte abrazo, así como ahora que pienso en la mía, en ese pecho de alfombra tibia que me acunó en los suyos y me enseñó a decir: ¡Gracias Dios mío, por tu aurora!, gracias porque tengo vida y salud, y ahora nada duele, ¡pero miento!, siempre miento; ahora me duelen los niños que no serán jamás muchachos, ni padres, ni hombres siquiera...

¡Oh mis pobres niños de la guerra! Flores pequeñas que ni siquiera el sol ha podido besar, caminos desiertos, pobreza de corazón, mundanal soberbia que acapara hasta el sueño de los vencidos.
 ¿Qué hacen brutos? Deberían estar en el infierno en vez de los inocentes ¿Por qué persiguen a quien no tiene con qué defenderse? ¡Cobardes! qué tanto puede valer el oro, y el poder, ¿si sólo sirve para matar?

Ahora, un día 3 de septiembre/15, niños y viejos huyen de Siria, en Colombia se desplazan indígenas y campesinos de sus tierras,  en Venezuela se pone orden, pero en ese orden de ideas, los inocentes salen con sus esperanzas, como un florero seco sin agua ni lluvia, ni un poquito de sal que contenga al menos una estrella en su camino.

¿Existe Dios?, está presente, ¡siempre está!, pero no en todos los corazones, el ansia de poder y gloria quiere matar a Dios, se crucifica en una playa, está boca abajo besando sus arenas, sin un gemido siquiera, sólo cantan las olas que besan a un muñeco de carne fría, y los alcatraces asustados, se dirigen a tierra de nadie, con un guía superior a su propio instinto.

¡Qué triste época para vivir! ¡Pero nos tocó!

Hemos de caer para volvernos grandes, hemos de doblar rodilla para saber que un día, cuando no estemos aquí, un sendero de sangre florecerá como lirios en el valle, con gente nueva y mentes frescas, que no desearán recordar el ayer, porque ni el ayer ni el hoy existe, ¡fue una pesadilla nada más!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 3/15




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