jueves, 3 de septiembre de 2015

MÍNIMOS RECUERDOS [60]

MÍNIMOS RECUERDOS  [50]

¡Qué hermoso has despejado el horizonte!

¿Sabías que camino hacia un bosque 
donde todo es nieve y rocío, 
pero no se siente frío?

Retorno a casa, 
¡mi casita de tejas rojas 
y orquídeas que se desgajan!,
 el sinsonte de mami, el toche; 
un ave inmensa, muy azul 
con plumas blancas en su copete,
 y tú, amor de mis amores,
 llevándome a correr por entre rocas y cascadas, 
volando, ¡sólo volando inmensidades!...

Nieve cubre lo mágico de la tierra,
 aves de paso juegan a vivir felices 
porque todo es alegría y oración, 
todo son abuelitas fabricando caramelos para los niños, 
arrinconadas con trocitos de celofán en los dedos 
y una bufanda para abrigar lo frágil de la vida.

Doña Ermencia cerca de la esquina, 
mis amigas, recuerdo a Leonor, Martha, Josefina, 
se escapan nombres,
 es que nos estamos volviendo viejas 
y de ellas hace muchos años que no sé nada.

Me gustaba ayudar a desyerbar su jardín:
 ¡con cuidado mijita!, ¡no me arranques la matica de hierbabuena!
 me dejas ese que es eneldo, y aquél, que sirve para el dolor en el pecho!,
 ¡esa no!, era cilantro, pero bueno, ¡no importa!, 
esa parece mala hierba y crece donde menos imaginamos, 
¡es tan agradecida!...

Luego de un corto de tiempo 
me invitaba al rincón de los caramelos, 
una pequeña mesita de madera, y ahí, 
envolviendo sus ricos dulces y pasando su mano llena 
como pago por mis cariños, /que pocos fueron, 
pero ahí estuvieron, me gustaban las abuelitas, 
me encantaba hablar con ellas y que me contaran su vida, 
pues cuando somos niños o jóvenes, 
creemos que jamás nos volveremos viejos.

 Ahora una historia repite la otra,
unos dedos se mueven y otros descansan del ruido de la tarde, 
para esperar cuando las aves se despiden, 
y el cielo se llena de encajes 
que nos permiten ver sus estrellas.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 3/15











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