Sofía y Salomé
EL AVE DE LOS SUEÑOS
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Era pequeña, parecía
un gorrión, pero cuando abría sus alas se volvía inmensa, ¿han visto alguna vez
con los ojos cerrados?, así exactamente, y pregunto ahora: ¿cómo verá quien es
ciego de nacimiento?, y luego me inquieta, ¿de qué manera verá quien en el
camino se volvió ciego?
Uno y otro concebirán
cada sueño a su manera, no es tan importante ver con los ojos que habitan
nuestras cuencas, si no sabemos ver como los ciegos de nacimiento, es ahí donde
está ese milagro de adivinar cada paisaje y color, sin que tengamos memoria de
lo que es un campo ni un aura.
¿Qué gamas
divisarán?, ¿cómo saben lo que es el amor, y de qué manera enamoran, si
no pueden ver sino con sus dedos, a esa persona que atrapa sus corazones?
¡Cálzate mis gafas y
podrás ver como yo!, escuché a un ave que cantaba en mis sueños, sin verle, sé
que existe, y sin conocerle físicamente, también sé que le amo.
¿Será hombre o
mujer?, no puede ser el uno sin el otro, en éstos asuntos de hombre o mujer;
pero el ave de los sueños, es como una libélula que toca un manantial sin
mojar sus alas, pero sabe que lo ha besado, y que entre los dos han alimentado
la magia de existir, sin tener memoria de que existen.
El viento ulula en mi
ventana, parece un silbido que asusta a ratos, voces que van y vienen, para
danzar en medio del ruido que cerca mis pasos, pero nada importa, brisa y vida
son una sola, ¿acaso podemos ver la brisa?, ella se hace ver cuando toca
nuestra pequeña barca, y mueve nuestro pecho en un suspiro de amor.
Eres el soplo real,
el poeta habitante en cada sueño en una pradera extensa y pálida, que ante un
beso de tus ojos reverdece.
Y el ave despierta,
inicia a cantar, empapa mis laderas y se pierde sobre la ancha mar.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
14/1
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