Desde mi ventana
REGALO DIVINO [55]
Hay un algo extraño
en ésta imagen, un mensaje de lo alto me fue dado, como será dado a cada
persona en su momento, había energías que me angustiaban y mi ventana es una
pequeña puerta al cielo, ese rectángulo sin rejas, me lleva a la libertad
cuando abro los brazos y pido a Dios paz, y esa paz parece un fusil de lenguas
disparando por doquier.
Disfrazamos la
oración, y mientras lo hacemos, divulgamos que somos intocables, que sólo el
pollo pintado merece pico y no puede defenderse “a su manera”, que no es la
correcta como la de todos los pájaros del huerto, unos con las colas tan
inmensas que parecen pavos reales, y tan intocables, que deben curvar el cuello
ante el enojo que puede llegar de lo alto.
Gorrión divino, es tu
voz lo que anhelo, y me aparto del ruido, de esas miradas que odian y
persiguen, de quienes no escuchan una queja de otros, porque ellos no tienen
motivo para quejarse de nada pues todo está bien en sus vidas.
Fue ahí cuando otra
vez levanté los brazos, tan pequeña parecía ante tal inmensidad, no había
color, parecía que las nubes no existían, pero sí un sol radiante que no
podía mirar.
Subí el escalón que
me faltaba y alargué mis manos hacia ese resplandor, y en mi corazón hablaba
con Él: Señor, ¿por qué tanta inquina?, ¿qué tanto hice en la vida para
que el odio persiga a los míos?, un sin motivo escuché: ¡porque sí!, te
odian porque así es el hombre, pero en mí está todo lo que necesitas, sólo
cierra los ojos y estira los brazos, sentirás por dentro mi calor, y así
lo hice, luego, en un impulso tomé mi cámara en ese diálogo interior, y de
nuevo pregunté: ¿estás ahí mi amado Pintor?, ¿me podrías regalar un motivo para
saber que estoy hablando contigo?, y luego, cuando vi las fotografías, el
motivo estaba ahí, en medio de un gajo vecino, una flor divina se
trasladó a mis ojos, y doblé como siempre las rodillas.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla, julio
14/15
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