miércoles, 22 de enero de 2014

PALABRAS

PALABRAS

Sólo decir gracias, fue hermoso creer y confiar, pero en todo fondo hay un agridulce sabor siempre;  y como desea sólo un poco de miel, el colibrí extiende las alas, sacude el polen del camino y marcha hacia otro jardín, donde las promesas tengan ese color del ámbar, dorado y cristalino.

Buenos días, no he podido conectarme mucho, pero pasaré de vez en cuando para dejarles un abrazo, y la noticia de que en mi huerto también hay hermosas flores y me quedo aquí sin esperar nada de nadie, y sin que esperen demasiado de mí.

Los colibríes siempre me parecen como un sueño divino que va y viene, y con lo que encuentran  en el camino se entretienen.

¿Qué podemos cambiar?... Yo antes era muy acelerada, siempre corriendo afanada por mi futuro, y llegó el futuro y descansé, porque no existe, no hay futuro, está  el instante en que podemos sentir dolor y alegría, hambre y saciedad.

Veo a muchos afanados por comer más  que otros, pero igual  se van, en cualquier instante, llenos o vacíos y más vacíos que llenos, pues su llenura se la roban los parásitos, como a veces otros seres se encargan de robar nuestros sueños en el camino.

Igual, danzando o llorando, la cascada baja de la montaña para llegar al sitio donde se reúnen todos los llantos del mundo: el mar, ese mar que sale de  nuestros ojos, y deja un  inconfundible sabor en los labios.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 22/14


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