LA
VOZ DEL VIOLÍN (Cuento) [69]
Había
un pequeño violín nacido de un árbol, construyeron la tapa de pícea, un arce
para fabricar el fondo; el diapasón es
de ébano, las clavijas y el cordal de jacarandá, para que al afinarlo pueda
llorar como un niño, a quien no dejaron nacer.
El
arce viene de Bosnia, no recuerdo qué parte ocupa él, y la pícea de Europa
Central debe ocupar algún lugar, el ébano venido desde África para hacerlo
fuerte y fino, era una palmera llena de
dátiles en su ayer. El abeto regaló un
cofre, para que se guardaran bien todas las sales de mar, de las madres
tristes; esto me lo contó la abuelita…
………………
Si
escuchas un violín,
pregúntale
si lloran las cuerdas del alma.
Ha
de ser la pícea, a quien robaron un tronco,
tal
vez un arce,
que
estaba entretenido llegando al cielo.
Si
las notas del violín lloran,
sabrás
que un ébano eleva una súplica
porque
el jacarandá dejó de crecer…
¿En
dónde encontraremos nuevos árboles?
Quiero
que el violín llore,
para
descubrir las ramas verdes
y
las vestidas de trigal,
con
sus frutos secos…
Dicen
que el abeto llora amores,
pero
que todos reunidos forman una mágica orquesta,
si
caen las hojas con las brisas de noviembre,
y se
juntan todos los árboles vencidos del bosque,
y le
envían una súplica al cielo
entre
las cuerdas de un violín.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 15/13
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