LA
MAÑANA (Edward Grieg) [62]
Dios
se entretiene en azules, estoy segura…
Vamos
mi amor, ¡lleguemos a la orilla los dos,
y
armemos un lecho de tules!
Habrá
pasto seco,
colgará
una orquídea, será guirnalda,
no
tendré llanto en los ojos,
ante
ese día esperado…
Y
la mañana aparece…
Sorprendida
entre amarillos la encuentro…
El
dorado responde a un verso en un lago,
las
hojas secas danzan al viento que las persigue,
y
un diluvio de sonoros besos,
parecen correr presurosos
dentro
de una suave corriente.
¿Ves
que brotaría un jazmín? – ¡te lo dije tantas veces!...
Entretenida
estabas en las luces del mundo
y
mira… ¡qué tesoros aguardaban por los dos!
Escondidos
entre abrojos y rocas de nuestro destino.
Abre
una flor, sin importar si es invierno o verano…
Ven
y juntamos en suave oración nuestras manos,
para
bendecir tan hermosa mañana.
Un
brote de vida en tan abrigado cofre,
y
sus alas pequeñas secadas al sol.
¡Qué
divinos sus picos abiertos!
¿Con
qué versos los recibiré hoy?
Vamos…
camina, pequeño, estoy a tu lado…
No
habrá brisa fuerte, ni daga para herirte.
Abrigado
bajo un mullido traje te esconderé
de
los ojos malvados que deambulan por ahí.
Sube
a mi barca de fuego y no te quemarás…
Camina
sobre las aguas que no te hundirás,
trepa
sobre la montaña de plumas que ofrezco;
ahí
mis lágrimas no te mojarán.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 17/1
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