domingo, 1 de septiembre de 2013

LA VOZ DE MARÍA [148]


LA VOZ DE MARÍA [148]

Quise escuchar la voz de María
en mi balcón,
en donde las palomas anidan cada día.

A veces un descontento,
pues todo no es hermoso.
También comprendo,
que lo que entra por la boca es bueno,
más no todo lo que sale de ella.

Busqué entre las hojas
que caían de mi árbol hermoso,
quisiera que permanecieran como un lecho,
pero se empeña una escoba en barrer
lo que a otros es inmundo,
pero que es el abono para  la tierra.

La voz de María, ¿en dónde estás princesa mía?
Me cansan las oraciones repetidas, es mi vicio desde niña
me aturden las mismas letras,
pudiendo encontrar tantas en el camino
y entonces recurro al cantar de una cigarra...

Va y viene la voz del cantor,
las manos tocan sones y aplaudo la obra,
las flautas hacen resucitar alegrías
y los tambores palpitar el alma.

Busco a María entre las flores de un jardín pequeño
y encuentro a mi anciana madre, con su habitual sonrisa.
Más una calma, un silencio en reposada silla,
un movimiento advierto,
¿acaso no es ella?

Atino a su alcoba con su olor a hierbas...
Un menticol, una crema para los dolores,
su aspirina que adelgazó la sangre, y mitigó las penas,
su librito negro, su amante consentido...

Pero María parece oculta entre las flores,
gotas de rocío, ¿no son las perlas de un rosario?
Un murmullo extraño, un balbuceo,
y Freddy salta de nuevo sobre su falda.

Aquí la encuentro, en los ojos de mi reina,
en el verde esmeralda de su mirada añeja
en el vino costoso de su amada vida.

Canta de nuevo un ave,
¿acaso no es el sinsonte?
¡Sí, es él! , quien sobre su hombro
entona nuevas melodías
y se confunde entre las luces del monte
elevándose sobre un inmenso árbol
de brillos navideños.

Reposa un rato el ave, viendo al horizonte,
y en un segundo se pierde,
en el infinito instante de una mirada,
y se oculta entre las sombras.

Creí divisar su presencia, cierto aroma...
A flor de lis, despierta ante la aurora.
Como si las flores todas se conjugaran en un verbo,
la descubrí, al invocarle a solas...

Entre una luz, apacible y mágica,
entre violetas descarnados y divinos
una sombra de luces,
mi reina envuelta entre sábanas perladas
aferrada de su mano, vi a María,
y el perfume de sus flores, delataba,
que su voz palpitaba entre los huertos,
y susurraba en el aire melodías.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 1/13

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