jueves, 4 de julio de 2013

HABLANDO CON MIS HIJAS [166]


HABLANDO CON MIS HIJAS [166]

Alguna vez le conté a mis hijas
que también tuve muchos sueños.

Fui danzante sobre un tablao,
con zapatos rojos
y vestido de tul y seda...

Divulgué de noches muy oscuras,
de manos arrugadas y severas,
de ojos vidriosos y malvados
ocultos tras las higueras
de mis pesadillas y desvelos.

Una vez me enamoré de un lucero,
se perdió en una tarde de primavera,
y en sus ojos volaban mis sueños
quedando un hilo de cometa en el cielo.

Hablé con mis hijas sobre la desnudez del alma,
la verdad que debe estar por encima de todo,
la franqueza que debe asistir nuestra vida
con ella de bandera.

Divulgué secretos de los lirios del valle.
Conté que el hombre poco ama...
…sólo siente lo que hay en medio de sus piernas,
se levanta como un toro bravo
y no se agota, busca de nuevo...

No hay señor en la soledad
ni  caballero ante la desnudez,
ni  valor ante la ebriedad,
pero nada vale hablar, nada confesar,
de nada sirve contar.

Dije de las rabias y las iras,
que todo viene y va,
y asumimos las consecuencias.

Que un perfume atrae a los colibríes
y de la miel fácil se nutren,
para después continuar su errante viaje
probando de cada flor en el camino.

En esto me entretuve un rato...
¡Toma Verónica  el vestido de seda azul!
¡Cúbrete Carolina!

Veremos de qué color está la alborada
Asistiremos a una fiesta en el jardín:

¿Sería que brotaron los gajos que sembré?
¿Las gardenias que con tanto amor cultivé
con trozos de mi carne y retazos de corazón?

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 4/13 




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