ROSARIOS
[165]
Quiero
dejar en ti
mi
pequeño rosario,
mis
manos de sembrador
en
el desierto.
Descubrirás
las sonrisas de las aves
al
cantar de la lluvia tempranera
y
al asomo del sol brillante.
Te
darás cuenta que la vida pasa
siendo
una corriente de agua fría
que
se pierde en un callado lago.
Quiero
dejar un poco de mí
sobre
tu huerto,
descubre
al colibrí
de
tornasoles divinos
zumbar
cual insecto
sobre
la flor más dulce.
¡Como
brillan luciérnagas en la noche!
¿Serán
lágrimas que guarda el cielo
con
los broches perlados
en
el corazón de alguien?
Deben
ser las miles de perlas de sal
que
en otro diluvio se convertirán en rosarios.
¡Esos
son los luceros de la noche!
¡Ese
el brillo de un diamante escondido en la roca!
Cuántas
ancianas han entregado sus cosechas,
jóvenes
que parecen viejas,
viejas
que se arruchan bajo la sombra de sus pesares,
en
tanto se escucha de otras mujeres
voces
sepulcrales que las alaban.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 4/13
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