Aquí estoy reina mía
De nuevo robé una flor para ti…
La cándida extiende sus manos
Con el candor de la edad,
Y de sus labios un beso recibo
Y de su pecho calor.
Aún hoy cuando tus ojos marcharon
Te presiento cerquita de mí…
El sillón que conoce tus dolores
El perrito posado en tus piernas
Mirándote como enamorado de la luna
Y del cielo que veía en ti.
Ya marcharon aquéllos dolores
Voló contigo la tímida sonrisa…
Casi a medias robando a tu tiempo
Mecida… mecida mi princesa vi.
Ya te arrullan las aves del cielo…
Sobre las mullidas piernas se consuela
Un ángel que despejó tu camino…
Y adornó de pétalos una estancia de rubí.
Ya pasó todo…
Pasaron tus ojos cual brillo de estrellas
Pasó la noche, llegó el amanecer…
Y a la hora de tus oraciones;
Vino un ángel en la tibieza del silencio
Tomó las rosas blancas de tu alma,
Mientras parecía que el tiempo pasaba
y tal vez cuando volabas… dormí.
Aquí están tus rosas madre mía…
Ésta vez tampoco compraré…
Todo el jardín que imagina mi mente
Todas las aves que vuelan al cielo…
Y el canto de la lluvia sobre tu estancia
Recordarán que lloro por ti.
Y del cielo la tibieza de tus ojos
De las aves el canto del mirlo…
De la soledad el silencio que duele
De tu vida sólo luz… sólo luz…
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 13/12
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