lunes, 13 de mayo de 2013

MIS ALAS (111)

MIS ALAS (111)

Deja que mis alas broten cual retoños
para que descubras la grandeza de Dios.

Es tu tiempo el propicio,
es su don el regalar, donar,
como el compás de una cascada
que se abrillanta con el mar
y se luce con el sol.

En una rama donde ya no hay brotes
se empeña una flor en sobrevivir,
el aroma del bosque es una llama
que por pasión, no se debe extinguir.

No hay brillo sin adoración…
No hay oscuridad donde la luz se admire
ni tristeza, donde una alegría nos permite resistir.

Ni habrá veranos, donde la lluvia no sea un goce,
ni primaveras, donde alguna flor marche
y su aroma quede, entre la brisa que la vio nacer.

Me resisto en mi pequeño árbol y empiezo a trinar:
¡Qué divina es la vida!
¡Qué mágico un nuevo día iniciar!

Qué bello saber que a pesar de todo
estamos aquí... empezando algo;
dobladas las rodillas
abiertas nuestras alas
bendiciendo el amor.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13

MUJER MADRE (112)

MUJER MADRE (112)

La misión más bella, ciertamente es la de ser madre, y no sólo serlo, tener la capacidad de amar a ese ser que se parece a nosotros, y habita dentro de nuestro propio ser.

Una madre es el regalo más perfecto de Dios al mundo. 

El dolor, el sufrimiento, valen la pena, cuando al fin podemos abrir ese detalle maravilloso, y observar sus mínimos detalles, como han sido concebidos y aceptarlos.

A todas las madres del universo, por el don de la vida, por engendrar y aceptar en sus vientres la semilla, amarla, respetarla y hacerla crecer, "gracias", Dios las bendiga.


Pasaría el día escribiendo y escribiendo sobre lo maravillosas que son las madres, las palabras para ellas son eternas, como nuestro agradecimiento a Él, por permitirnos tener una para nosotros, en cualquier nido, jardín, lago, pero madres al fin… vientres, pechos llenos de aliento y bondad.

El cielo es poco para ellas. Tantas con uno solo hijo y no lo aman, mi reina tuvo en su vientre cada año una semilla, y a todas nos amó y protegió hasta último momento.

 Creo que aquí está conmigo, dándome aliento y ánimo, para que continúe con la tarea que mi Jefe ha dispuesto ahora para mí.

Mamita te quiero.

Raquel Rueda Bohórquez 
13 5 13 

MAMI (113)

MAMI (113)

No importa que te hayas ido 

y que retorne el colibrí 
a las pocas flores que han quedado...

Importa amor mío, 
que dentro de mí habitas
y nunca morirá
la cascada interior que has dejado.

¿Acaso te volveré a ver?
En otro jardín parece que has quedado.
Cual frágil mariposa danzas;
como una gaviota en otro tejado.

Y en otros Lares
Cuando el tiempo implacable

acercándose despacio y sin prisas nos tome;

ahí estaré contigo...

Un poco más allá del sol
tomadas de la mano.

Raquel Rueda Bohòrquez
13 5 13 



SUEÑOS (114)

Mamita en 2011.


SUEÑOS (114)


Anoche, soñé que retornabas
y las rosas hablaron por ti.

Un colibrí se entretenía, 
una sonrisa leve,
tus manos sembradoras;
tus ojos amantes,
tu boca, regalo de Dios.

Y al despertar no estabas...
Escuché un trino en mi jardín,
muy temprano, igual que cierto día
en que de alas doradas, 
descalzo le vi partir.

Sobre la mesa una rosa blanca,
un dolor nuevo cada día...

Te pido madre de mis amores
nos ayudes a pasarla bien,
con los tragos amargos de la vida,
y con las dulces mieles también.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13

GAVIOTA (115)

GAVIOTA (115)

Como una gaviota de blancas alas
viendo un cariño bajo las olas,
danzo ante la lluvia de cada día
para descansar luego sobre las rocas.

Cuando las perlas abrillantadas
y el cielo decide copiarse en él,
mi amante mar, mis sueños entrego,
y pedidos muchos,
todos a granel.

Decido seguir bailando...
La brisa fuerte es mi ayuda,
y al caer, me impulso de nuevo,
pues al volar,
olvido las penas,
y al lastimarme,
me doy cuenta 
que estoy viva. 

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 11/13 


SER FELIZ (116)

SER FELIZ (116)


Ayer me vistió de blanco el destino,
hoy, del color que pinte el día,
procurando dejar un poco de alegría
para que llorar
no se convierta en vicio.

Me permito saludar a la luz del sol,
al pequeño canario cantor 
que a pesar de su prisión trina...

Me doy un abrazo
 me digo que me amo,
que soy parte de todo,
que Dios me talló de aroma en una flor;
que cada huella le pertenece 
como las estrellas a la noche
y al viento mis suspiros.

En éste segundo
abro mis pequeñas alas;
me doy a la tarea de un sueño hermoso
y dejo mis lágrimas en las rosas
para seguir cantándole a la vida.

Soñar que existo 
porque es voluntad de mi amor,
y su motivo es que sea feliz
con todo y por todo,
sin voltear atrás.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 12/13




MATRIMONIO (117)


MATRIMONIO (117)

Compartir hechos importantes,
felices o tristes, es amar el hecho de existir,
para dar y darnos a otros sin mezquindad
y aceptar que de los errores pasados

podemos aprender cada segundo, y mejorar.



A mis amigos les diré que Richard es mi amor,

lo conocí amando la naturaleza,

conviviendo entre hienas y leones.


Aprendió que su amor sin límites

es símbolo y motivo,
para levantarse cada día
agradeciendo a Dios por ser como es.

Lo vi sonreír a las garzas y hablar con ellas.
Una cabellera negra acariciaba mientras me veía,
pareciendo un pequeño gato entre sus piernas
cuando para muchos era una fiera, 
a quien el amor convertía
en un bebé sediento de besos.

Sus ojos tenían brillo de estrellas;
sus labios, carcajadas que daban felicidad a todos,
y sonreír se convirtió en un vicio.

Entre sus brazos aprendí a ser agradecida
brindando por cada día de sueños
desde mi enramada.

Mi amor le cantaba a las cascadas,
sabía ver al sol como a un Dios amanecido
que dejaba su tibieza,
para regalar aliento al bosque,
y me prestaba de su corazón, los latidos.

Su cuerpo de amante dulce y despacioso
que se daba su tiempo, 
como la enredadera en la que me convertí 
al descubrir que era su detalle,
la maravillosa razón,
por la que su anhelo
me convirtió en amante esposa.

Cuando recibí todas sus flores
y el elixir de la vida estuvo en mí,
comprendí que sería para siempre
la hermosa flor de alhelí
en la herida de una roca.

Se quedó en mis hijos,
en sus propias estaciones…

En las hermosuras de sus carreras
 buscándole a la vida
esas razones para levantarse cada mañana
y descubrir la flor esperanza
en sus manos fuertes,
que les dejaba un consuelo,
para que pudieran continuar.

A Richard le digo
que fue un regalo de Dios;
tan regalo,
como el que recibe el mar cada mañana
entre las olas encrespadas,
cantando una serenata
tocada por la flauta del viento
que le suspira por dentro.

Así es mi sucio lago,
que hace brotar una flor de loto,
y en medio de su blancura,
invita al colibrí a que la tome.


A las pequeñas abejas 
que roban un poco de su néctar

donde enredo mi cuerpo 
de mujer en su tronco,

y tomo de sus labios exquisito vino

que me hace tan feliz cada día,
pero muchos se turban

creyendo que lloro,
cuando en verdad, estoy cantando.



Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 13/13