FELICIDAD
Pasé días tristes buscando la felicidad
y ella acariciaba el rostro,
movía con dulzura mi blanca cabellera.
!Cuán cerca de mí estaba!...
La felicidad empezó a caminar lerdo
parecía una anciana con sika
hasta el momento que escuché a los pájaros
cantando en mi ventana
me dí cuenta que la felicidad es simple,
tan solo un capullo abriendo
o una abeja besándolo.
No pedí nada más,
acepté el reto de la pobreza de cosas
para enriquecer mi árbol
con todas sus estaciones.
Me vi arraigada a la tierra
y tomé vino de ella,
vacié la mente de lo inservible
para entonar un himno
a la majestad del viento
que ha borrado las penas del bosque
al empujar nubes cargadas
y soltarlas en medio de una fiesta
sobre los sedientos pastizales.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 12 07 19
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