viernes, 6 de mayo de 2016

VIVIR AHÍ (55)

VIVIR AHÍ (55)

Siempre una imagen, un camino en roca y muchas flores que conducen a tu brazos; después de ahí, el limonar florido, el árbol lleno de frutos y muchas aves.

En un rincón, el gorrión feliz escondido en el más frondoso pino; un perro, ¡que sean dos!, vamos por diez, y ese lago que retrata nuestras imágenes tocándonos los dedos, sintiendo la corriente de la vida iluminando todo. Es un retrato vivo de mis sueños; más alguien los conoce mejor, no sé de qué manera ser feliz aunque pareciera tenerlo todo, en verdad soy una persona ingrata, y por eso es que me duele más que la carne, el alma.

¿Será que me gano el baloto para tener una rancho así?, aunque pensándolo bien, prefiero a un amor bien lindo conmigo, y que vivamos en un pastizal, con una quebrada cerca, una cascada, y pájaros cantando por ahí como dementes. Yo con una oficina viendo hacia el bosque con aire sin condiciones, y dos señoras que hagan todo el oficio de la casa, ¡me suena!, aunque soñar despacito se puede, porque muchos poseen lugares así, pero no las habitan ni los disfrutan.

El paisaje, ese es el que importa y no tiene dueño, la gente compra tierras, pero el disfrute es para quien no tiene con qué comprarlas, pero sí conoce su valor.

Raquel Rueda Bohórquez
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