AL ÁRBOL DE LA ESQUINA (13)
No fue la flor en sí, ni el árbol; fue ese segundo que se me
otorgó, para saber que en medio de su tronco, se escogieron mis ojos para ver
su corazón.
A las flores amarillas del árbol de la otra esquina... ese
día, un día en que venía por ahí pensando en nada, pero viendo todo.
Ese instante, en que una mariposa amarilla se volvió blanca,
y luego espejo en medio de las aguas más puras.
A ese parpadeo que me hizo levantar la mirada, le debo ese
ramillete.
¡Gracias, por estar en mi camino!
Luego continué; era otra persona, ¿sería un mensaje divino?,
¡ahí estaba!, disparé y se quedó copiado su frágil corazón en ese carrito de
metal, y ahora divulgo con pasión al mundo, que ahí en medio de todo, hallé un
perfume sin buscarlo, una imagen que juntaba muchas flores, para creer en medio
de todo, que éramos mujeres enseñando la tarea del amor; que somos racimos de
flores amarillas, oro bendito en cualquier esquina, que nos debe respeto el
mundo, porque mañana seremos semilla y luego árbol otra vez.
Ese es el milagro de la vida, somos Él en nuestro inicio, y
a Él retornaremos en medio de la lluvia, para brotar inmensas ramas en un mundo
cada vez más ajeno a la naturaleza, más un continuar sin armas, es el mayor
milagro.
Seremos flor en el camino, perfume y aroma, y la paz no
estará tan lejos del hombre, si podemos bajar el rostro para sembrar y elevarlo
para ver la obra terminada.
Raquel Rueda Bohórquez
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