SOBRE
LA MESA [51]
Un
nuevo día de ojos abiertos;
lo
soñé ayer, que de brillos mi ventana
se
llenaba y se colmaba.
El
Mago se convirtió en árbol
y
entre suspiros de hojas me hablaba.
¡Lo
sabía! ¡Ahí estabas!...
No
había penumbra ni sonrisas vagas.
De
las rosas pálidas, sus leves espinas,
y
una oración, si ayer, malas palabras.
Abrí
los ojos y eras el aura…
Una
luciérnaga calló su brillo
para
dormir bajo cualquier rama
arrullando
de amores a sus niños.
Y
sobre la mesa un cristal nuevo,
se
cambió el agua por una más clara.
¡Qué
alivio saberte en el cielo!
¡Mi
divino rostro!, ¡mi pálido niño!
Arropado
entre mágicas luces
se
tornó violeta el sueño más leve.
Agigantado
en imponentes nubes,
el
brillo del sol buscó las montañas
cual amante que nace de nuevo.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 19/13
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