EN
VUELO (50)
Extiendo
mis alas, voy a dormir.
Será
morir un poco, para revivir mañana,
ansiando
de amarillos se vista mi ventana
y
un ruiseñor de voces cálidas,
asome
como un hidalgo de capa sin espada,
para
besar a su dama.
Agradezco
a Dios por mi día...
No
hay oscuridad donde la luz se empeña.
Si
hay verdad, habita Dios,
y veneno esconde el cascabel;
más
no seré yo, lo sabe Él,
quien
penetra,
hasta
el más recóndito nicho del alma.
Cerraré
los ojos a mi hoy,
otro
día llegará con luces nuevas.
Cerraré
los oídos y los labios tal vez,
o dejo
que me guíe la claridad de las palabras.
Vago
como una gaviota de alas abiertas,
¿escuchas
el cántico del mar
quebrándose en la playa?
Un
alboroto en la noche
forman los amantes,
cuando
las olas enamoradas,
en
su piel descansan.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
julio 18/13
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