TE
BUSCO/ A Mélanie Blume [57]
Mi amado tesoro, te busco…
Escucho el trinar de las aves y ahí estás,
detallo los ojos de los dolidos y te veo,
el verdor de las palmeras me habla de ti.
Quiero un rostro tuyo, pero todo lo tiene,
esa nube pasajera que parece lejana,
un rayo de sol que busca un rincón perdido,
una estrella fugaz que parece que volara,
unos labios húmedos,
una
lengua, un brillo,
un
suspiro…
Busco mi motivo a la sombra, y ahí estás,
en el silencio, y lloro al encontrarte,
en el sinsonte trovador con sus alas abiertas,
en el chillido de la cigarra,
en
el canto de la guacharaca.
Detallo el candor de sus miradas,
te
veo cada segundo,
tu amor impreso en ellos
como
una estampilla de colores.
Cada acto es de amor,
cada
bendición de alguien que marchó
y hoy llega a extender su tibia mano,
es un cantar de viento, un piano, una flauta.
¡Qué bello eres!
He descubierto tu rostro en las cascadas,
tiene tu voz fantasía
que
se nutre de blancas y negras
de soles, de pentagramas abiertos…
Si los veo morir ante mis ojos con heridas sangrantes,
creo que eres tú crucificado y duele mi piel como la tuya.
Quiero consolarte y no puedo, mis llagas son mínimas,
temo lastimarte con mis dedos
y
espero una lágrima que sane
sobre mi soberbia figura,
menuda
y altanera.
Palidezco ante el índigo del mar
una voz en el silencio grita,
vuela con la piel pintada de grasa negra,
y cae una vez más
sobre
cualquier roca vencida,
levanta
con su mirada al cielo
en
búsqueda de ayuda.
En un segundo, mariposa de colores,
abres el cofre de una sepultura y se eleva,
le sostienes, le abrigas,
dejando al mundo tus sueños alados
para que se nutran de tus mieles
cual de versos dorados.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 11/13
No hay comentarios:
Publicar un comentario