viernes, 11 de enero de 2013

MI ALIMENTO [58]

MI ALIMENTO [58]

El frío invierno tan parecido a ti
callado, blanco, pausado…
Me alimento de sus congeladas aguas
de tus divinos ojos abiertos.
¡Menos mal no los cerré!…
Quedaron ahí, como un náufrago
que ha encontrado el azar en el camino.

Mi rosa divina, mi amor…
Cada día escucho el susurro de tu voz.
Esa mirada tibia es de un cachorro recién nacido.
Manos son aladas mariposas sobre mi cuello,
tu traje oloroso y perfumado,
tus pasos de niña,

mi niña tan amada.

Viendo tu sombra paso el día,
sintiendo tu voz cual perfume de rosa,
escucho sonar de campanas,
sé que eres tú el ángel que me visita
y marchas con una sonrisa cantarina
dejando tu aliento sobre mi estancia.

¡Qué hermoso sería saber de ti!
Tal vez en un capullo permaneces,
en el frío de tu última estancia perfumada
ausente del dolor causado,
ajena de la mezquindad del hombre
donde fuiste reina coronada
en el corazón de todos tus hijos,
y en el de todos los que te conocieron.


Invierno empeñado en mis ojos
llenará el insondable mar de mis tristezas,
pero pronto, si abre su celda la oruga,
estaré de visita por tu huerto,
y entre las dos construiremos un nido
al disolverse el blanco en la montaña,
y el verdor se arrope de todas las primaveras
con todos los sueños negados.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 11/13


No hay comentarios:

Publicar un comentario