jueves, 28 de julio de 2011

EL CABALLO DEL TÁBANO (244)

TÁBANO, y al fondo mi hermano Enrique.

EL CABALLO DEL TÁBANO (244)

Sus pasos sonaban

despaciosos y ligeros

como el ruido de la pala
de su enterrador...

¿Cómo se llamaba el caballo
del Tábano?
Rucio, rocinante, palomo,
muela rica, la burrita,
doble feo... ¿o amador?

Sus rojas ancas 
relucientes
como nalgas de mujer
que incitan al amor...
Su nariz de resoplidos sordos
su crin revuelta, 
su mirada al sol.

Tábano ha llegado
con paso juvenil y canto de ruiseñor,
con sonrisas alegres recibido
cual dádivas entregadas al Creador.

Fueron días de alegres rutinas,
del va y viene que nadie vio...
Trotes de caballos maltratados,
por el látigo cruel de su fustigador.

Los honores se los llevaron otros,
mis sueños también se los llevó...
Entre ladrillos y arenas
más pesadas cargas,
entre silenciosos gritos de horror.

¡Pobres caballos de arrastradas vidas
que curvaron su cuello
hasta ocultarse el sol!
¡Pobres llagas sangrantes,
agitadas por el terrible látigo
del desamor!

Pobres mis caballos blancos,
rojos, negros, pintados, rucios,
que arrastraron sus pesadas cargas...

¡Pobres mis curtidos niños flacos
que murieron tristes sin mi amor!

¿Cómo se llamaba el caballo del Tábano?...

No lo recuerdo,
pero sí a su enterrador...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, mayo 25/10


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