GLOBO
Había tanta luz en el mundo
que nos cegó...
No contemplamos el resplandor del sol
no supimos su oro puro valorar
ni la hoja verde en el gajo
ni la flor blanca en el limonar.
La esperanza llora en los árboles
que reclaman a gritos
su naturaleza.
Nos fuimos apagando como un cirio
en nuestro propio funeral
con el aire contaminado
llevándose la vida desde el umbral.
Vaga la melancolía en el ambiente
nos quejamos por lo que pudimos hacer
más luego, si el peligro parece alejarse
volvemos a inflarnos
para el próximo demonio
fabricado por manos de hombres
culpando al inocente de su furor.
Poseer, tener, aparentar...
Este es el precio a la vanidad
nos untamos de nuestra porquería
al explotarnos unos a otros en la cara.
Después de ahora, ¡no sé!
Me resucito, me reinvento, me creo
en medio del caos que hemos legado
a nuestros nietos.
Tal vez surja el hombre a partir de ahora
el ser humano que tanto proclamamos...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 30 06 20
No hay comentarios:
Publicar un comentario