SE FUERON
Se fueron los valientes viejos…
De traje, le colocaron el nuevo; ¡y pensándolo mucho!
Guardaron sus dientes, ¿para qué los necesita?
En cambio con el oro se puede comprar pan y leche.
Todos corren por el vestido negro, ¿para qué llorar?
La una tenía 97 y el viejo un año más.
Se ganaron el infierno por vivir más de la cuenta,
eso dice el pensamiento loco, en tanto cuento los días
y me aferro al café de la mañana.
No iré a velorios, pero sí lo siento por el viejo, /el hijo
viejo,
el amante olvidado que tiene marcada la silla
con el olor de las mañanas y el frío acumulado de sus
tardes.
¡Pobre viejo Migue!, ahí le veo siempre,
las nietas ni lo respetan, le sacuden los recibos en la
cara:
¡Ah pue!, ¡usted no ayuda a nada!, ¡no paga nada!
¡Ah pue!, / y vuelve a sacudir en su rostro otro vale,
en tanto la cámara dispara un flash y al menos la pena
acude,
y en disfraces que se crecen, la juventud se destiñe
con los valores que se van por la alcantarilla.
¡Los costeños duran más que las tortugas! /era una frase de
mi viejo,
y entre risas y lágrimas, nos contaba de antaño,
que a los velorios iban a tomar aguardiente
y a contar chistes verdes, ¿qué más da?
Toca festejar el instante, sacudir los remiendos
y bailar por el día que se nos abone a la cuenta,
sin olvidar que el cristal fue arena blanca
que pasó por el fuego.
¡Paz en sus tumbas!
Raquel Rueda Bohórquez
04 12 17
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