El instante entre los dos
alcahueteando las greñas largas,
la música, la poesía;
sin importar las risas burlonas a lo lejos.
Ese voltear la espalda
para dar el rostro al sol
y saber que siempre
estará ahí para nosotros.
Esa gaviota que cruza el estero
sin pedirle permiso al universo
sabiendo que el amor impulsará sus alas
hasta el rincón de los sueños.
Este motivo, este segundo para abrazarnos
que no se repetirá otra vez,
ni porque los segundos parezcan iguales
y la vida volviera a surgir
como el milagro que es.
Bob, su música, su maravilloso don
que no murió con él
y aún ahora nos vuelve a juntar
en la rareza de un acontecer,
con la lluvia que moja los párpados
y el viento que suena entre las hojas.
Ese pájaro de nieve
que cubre la montaña más alta
y que en un instante se derrite
y vuelve a subir como un beso de humo
para volver a cubrirlo todo de nostalgias.
Raquel Rueda Bohórquez
22 10 17
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