280817-246 (11)
Ha sido una mañana de aceptación; fuimos al lugar de las
flores plásticas, ese monte en donde el dolor se vuelve largo y se agranda, el
día que tenemos que sacar los restos de nuestros seres amados.
Todo estaba listo, arrancando de la tierra lo que debió
quedarse ahí, pero el dinero no alcanza para tanto, y el poder tiene todo
organizado para que funcionen las cosas de esta manera.
¡Menos mal había un nicho en la tierra!, esos huecos en
cemento parecen una elegía a la tristeza, deberían acabar esos cementerios
lúgubres, en donde se juega con los sentimientos de los demás, que todo se
convierta en ecológico, porque cada día son arrumes y más arrumes de basura
plástica para el planeta, con esas flores que no atraen colibríes, ni buenas
vibraciones.
Por ley, cada tumba debe ser un árbol o un arbusto con
frutos y flores, porque así como vamos, estaremos generando más espacios al
dolor, ¿cuántas abejas estarían polinizando?, ¿cuántas aves estarían en un
remanso de árboles? ¿Cuántos se estarían alimentando de sus frutos?
Hoy ha sido un día triste, lo que ha quedado nos cuenta una
historia, pero debe quedar en la memoria, todas sus heridas se contaron ahí en
medio de un dolor agudo, ¿quién dijo reír?, lo que fue ayer, hoy no existe, se
convirtió en un puñado de huesos que nos llevan a pensar más en lo que hacemos
a diario, y en ese dolor que nos acompañará por siempre.
Llega la noche y el sueño no aparece, tengo mucha sed,
demasiada para querer dormir, pues para ello nos queda la eternidad, pero aun
así dormí unos segundos. Al despertar traigo una mirada nueva, deseo ser parte
de un árbol, de un bosque, y que mis huesos se queden para siempre dentro de la
tierra, en el lugar del siempre, que sea en ese lugar soñado, sobre la montaña,
y mi árbol un arce, un roble, o un matusalén, para que cuando me vean digan:
¡es bello!, ¡qué precioso tronco tiene!, ¿cuántos años continuará vivo?, y así
jamás moriré, porque mis semillas continuarán viviendo por ahí, ellas serán el
mejor poema a la vida.
Mi Monacho hace parte de algo superior a nosotros, ya no
está en el lugar de la incertidumbre y el dolor, quiero que descanse en paz,
que tome su morral vacío y empiece a cantar sobre la flor más silvestre, en el
lugar más limpio, junto a la cascada más divina.
Recordando que ha quedado cerca de mi madrina, ¿otra
casualidad?, mientras pensaba en qué lugar estarían sus huesos, estoy casi
pisando su tumba.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 29 08 17
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