martes, 29 de agosto de 2017

¡BENDITO DÍA! (10)

¡BENDITO DÍA! (10)

¡Bendito Sol!, ¡qué divino estás sobre mis flores!

¿Qué otra cosa o bien puede ser mayor, que otro día más de vida?

Aquí estoy Señor, para agradecer por este pedazo de tierra, por mis ojos y los ojos que pueden apreciar tu grandeza desde el lugar en donde se encuentran.

Parecemos un grano de arena en medio de tanto universo, pero lo grande es que Tú nos ves y nos iluminas con tu resplandor en la medida de nuestra necesidad, para ti somos grandes e importantes aunque el mundo nos vea como una pavesa en el viento.

La joven tenía todo para ser feliz, vivía confiada en el día y en la noche, pero cierta mañana despertaron unos hilos rojos que salían desde muy adentro, una roca se armó en su estómago y después de tocada decidió saltar todas las murallas y expandir su maldito universo en la carne que amaba la vida.

Todo se volvió al revés, ese comején había tocado su hígado, ¡quién lo hubiera pensado!, jamás se sintió mal, parecía que la vida era toda en flor, y con sus dos pequeños hijos pasaba de carrera en carrera, de trabajo en trabajo, tal vez sin dejar espacio a un chequeo serio a su salud.

Pero hoy la noticia llegó, sólo imagino su rostro, la angustia por lo inevitable, el recorrido implacable y doloroso de la enfermedad que nos sorprende el día que más felices estamos, cuando hemos alcanzado las metas y tenemos todo lo que habíamos soñado.

También estoy sorprendida, ya lo viví, pero no pensé jamás en que moriría, no lloré ni me deprimí porque ya estaba muy triste, acepté la voluntad divina y Él me correspondió con muchos años de vida, ¿después de ahí van 8 o 10?, ya no hago cuentas, dejo mi vida en sus manos y coloco la de esta joven en las suyas, en silencio, con el único grito que sale del alma y que Él escucha, que todo pase, que se estanque el dolor y llueva felicidad y salud sobre su cuerpo joven y hermoso, con los pechos todavía manando miel para sus bebés.

El día está húmedo y lluvioso, está bello e iluminado; el cielo grita y la tierra envía centellas que roncan con furia.

¿Qué bien puede ser más valioso que la salud?

Raquel Rueda Bohórquez
15 06 17







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